Distancia social y afectiva

A raíz de la aparición del COVID-19, se ha impuesto como norma preventiva el llamado “distanciamiento social” que en realidad se refiere a la necesidad de mantener una distancia física mínima de metro y medio entre una persona y otra. Desafortunadamente se ha observado que en diferentes países, incluyendo el nuestro, la gente tiende a ignorar esta recomendación, quedando más expuesta al contagio.

Pero hay otra distancia que no tiene que ver con lo biológico  y es la afectiva. La actual cuarentena nos dificulta reunirnos con nuestros seres queridos, amigos y compañeros de trabajo;  sin embargo, a través de los medios electrónicos y redes sociales las distancias disminuyen permitiendo que nos sintamos un poco más cerca de ellos, aunque estas nuevas formas de comunicación no pueden sustituir la presencia ni el contacto físico. 

Desde el punto de vista biológico, se ha demostrado a través de diversos estudios, que al abrazar a un ser querido, incluyendo a nuestra mascota, segregamos una hormona llamada oxitocina, que reduce los niveles de cortisol que es la hormona del estrés, por  lo que disminuye la ansiedad; además aumenta nuestra confianza y facilita el contacto social ya que nos ayuda a comprender las expresiones emocionales de los demás, estimulando nuestra empatía y generosidad. 

Por lo pronto se ignora cuánto tiempo durará la cuarentena y aunque ya se comienza a flexibilizar su aplicación en varios países, también se desconoce si esta  resultará conveniente en un corto o mediano plazo; en caso de prolongarse por mucho tiempo y dada la capacidad de adaptación que nos caracteriza ¿Podríamos terminar acostumbrándonos y conformándonos solo con estas formas de relación virtual? 

En un principio, cuando se masificó el acceso a Internet, hace más de dos décadas, se pensó que podría producirse una tendencia al aislamiento y a la reducción del contacto social, por razones de comodidad; pero según investigaciones realizadas por distintas universidades a través del tiempo, como el Estudio Mundial de Internet  efectuado por la Universidad del Sur de California, el de Michigan o el de Oxford, Internet no aísla a las personas sino que por el contrario,  aumenta su sociabilidad .

Somos gregarios, seguimos con nuestra vida física o real pero también nos integramos cada vez más al espacio virtual y en vista de las múltiples ventajas que nos ofrece, creamos nuevas formas de contacto social y laboral. Sin embargo,  las personas con dificultades para relacionarse con los otros, preferirán el contacto virtual y la actual cuarentena les incrementará esta tendencia, en lo sucesivo.

Por otra parte, se sabe que el bebé requiere del contacto físico y amoroso de la madre, para formarse y crecer mentalmente saludable, además de tener un efecto analgésico y tranquilizador en él, pues calma su dolor e inquietud. Según los estudios mencionados sobre la oxitocina, el adulto no parece estar demasiado lejos de su etapa de lactancia en el sentido de necesitar siempre de las manifestaciones físicas del amor. 

Es claro que el abrazo y las caricias de nuestros seres significativos, nos aportan invalorables beneficios; sin embargo,  no se reducen a lo ya explicado, pues probablemente lo más importante es que con esas manifestaciones físicas les hacemos sentir a ellos que los amamos.   

Desafortunadamente por estos días no podemos abrazar libremente, quedando obligados a postergar estas muestras de afecto, pero siempre que pueda ¡Ábrase y abrace!

Mariela Ferraro
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