¿Debo dejar salir mi ira?
Me formé entendiendo la importancia de liberar emociones para no dejarlas contenidas dentro de mi y desde allí llegar a enfermarme, de modo que lo que sienta lo expreso pero ¿Me ha ido bien? Pues si y no, cuando las emociones que siento están vinculadas con el amor obtengo resultados positivos siempre, salvo una que otra reacción de vergüenza o de inhibición por parte de quien la recibe por no estar acostumbrado o no sentirse merecedor de tal demostración afectiva pero, ¿qué pasa con la ira? Pues podría decir que casi un 95% (quizás más) de las veces, los resultados que obtengo no son positivos, me libero si, pero así como la suelto para no dejarla adentro se me pasa un detalle… la suelto en otra persona que tampoco la quiere tener y el resultado no suele ser el más positivo.
¿Qué hacer entonces? Y lo primero que pasa por mi mente es ojalá pudiera no sentirla ¿será eso posible? Es como transformarme en un ser elevado, trascendido, donde en su interior solo existan pensamientos de amor y paz, ¿podemos tu o yo lograr eso?
Todos sabemos que nadie es igual a otro, que la percepción depende del que percibe y que lo que puede causar ira en una persona puede no hacer mella en otra, entonces ¿será que podemos vivir sin ira? ¿Es la ira un hábito?, pues si, porque esos pensamientos que se repiten pasan a ser pensamientos recurrentes a los cuales nos acostumbramos, y, en este caso es una reacción que se produce cuando lo que ocurre no se ajusta a lo que yo deseo que ocurra; esa reacción de la otra persona que no me gustó, ese plan que se modificó, ese procedimiento que no comparto y de allí viene la frustración y de allí la ira.
Y así vamos por la vida, en ataques de ira ante el tráfico, cuando nuestro compañero de dominó no pone bien las piezas, cuando percibimos que los demás no van a nuestro ritmo, cuando pensamos en los gobernantes del país donde vivimos, cuando se nos pierde algo y desde ese sentir desplegamos conductas violentas que dañan relaciones, que causan ansiedad, que nos deprimen, nos ponen sarcásticos, violentos entre algunos ejemplos que pueden tornarse no solo en peligrosos sino que además trasladan en el otro esa marejada emocional nuestra que no sabemos como manejar.
Vamos a decirle adiós al autoengaño, nadie disfruta ser presa de la ira, y si, es una suerte de prisión que nos somete y no nos lleva a nada bueno. Vamos a abandonar las expectativas sobre lo que sucederá o el comportamiento de los otros, debemos entender, aceptar y comprender las diferencias y esto nos lleva a evolucionar y dejar ir ese componente netamente animal de la ira para cubrir nuestra vida con más espiritualidad.
Para lograrlo es necesario tener voluntad y persistencia, recordemos que es un cambio de hábito, por ejemplo, la próxima vez que sientas el impulso en tu interior contar hasta 10, luego hasta 20, luego hasta 30 e ir así distanciando la explosión hasta que se extinga; apoyarte en un ser querido donde puedas drenar y te ayude a calmarte, salir a dar una caminata o cualquier otra cosa donde abandones la escena que te llevaría a la explosión.
¿El reto donde está? En aprender a pensar diferente
Ese es el punto, no resuelve nada el intentar cuidar las palabras para expresar tu enojo, vamos a esta claros…ira es ira y la sientes como tal con todas sus desagradables consecuencias para tu bienestar, pero además debes saber que con ella realmente no logras cambiar a nadie, al contrario, aunque suene paradójico puede llevar a que esa persona repita la conducta porque al generar tu ira en cierta forma siente el poder de controlar tus emociones y ¿es cierto verdad?
Pensamientos que te pueden ayudar:
- Las cosas y las personas son como son y no como quisiera que fueran: aceptación.
- Si esa persona elige actuar de esa forma es su decisión y no la mía, su historia y sus creencias lo llevan a eso: comprensión.
- El poder de mis pensamientos y emociones son míos y no se los voy a entregar a nada ni nadie: autonomía.
- La vida es muy breve para estar en malestar: conciencia y enfoque.
Seguro has leído esa frase que dice que no te tomes la vida demasiado en serio porque el fin y al cabo nadie saldrá vivo de ella y, es verdad, y eso nos lleva a otra herramienta fundamental para no dejarte invadir por la ira y es el humor, cambiar el pensamiento para encontrar el lado jocoso de las situaciones que te toca vivir en vez de tomarlas con tanta seriedad o solemnidad. Mucho de lo que ocurre en este mundo tiene poco de sensatez y siempre será tu decisión tomarlo muy en serio y molestarte o verlo desde el humor que es lo que te llevará no solo al bienestar sino que te conecta con el control de ti mismo.
Autora del libro "Amores en tiempos de Internet"
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