Gobernar no es una tángana

Por Juan Luis Landaeta

@modaypueblo 

 

 

 

(A propósito de la entrevista hecha a Winston Vallenilla en Globovisión por Villegas)

 

Siempre me resultó muy odioso el nombre de la sección “arte y espectáculos” en el periódico o en el noticiero. Sobre todo atendiendo a que si estaba interesado en las noticias de arte, debía pasar por el trance de saber quién o quiénes eran los mejores o peores vestidos de la farándula nacional. Curiosamente, en algún momento entre el año 2001 y el 2003 o quizás en todo ese tiempo, alcancé a ver en una ocasión un listado del que solo recuerdo a Winston Vallenilla como ganador. El tip, estaba acompañado de unas imágenes de aquel programa en que aparecía vestido casi siempre como una especie de “joker” combinando a gusto colores e indumentarias. Para mí, esa es la imagen de aquel Winston. Un animador de programas en la TV, que se viste de manera excéntrica, hace lo suyo en las cámaras y punto.

 

Haciendo la primera salvedad, ahora reparo en la imagen de Mr. Tángana como candidato a la Alcaldía del Municipio Baruta, con corte de pelo, flux, corbata, armonía en la combinación de su ropa, gesticulación típica de los politiqueros que creen que poner los dedos en puntas, mientras dicen: “pueblo de Venezuela” garantiza una imagen de lo que es y de quien es un político, un tipo que los puede gobernar. Bueno, Winston Vallenilla entrevistado en “Vladimir a la 1” hace una representación perfecta de todos los vicios que aquejan al momento político en Venezuela en cuanto a sus actores políticos, precisamente. Este sonriente parlanchín, en apariencia sereno, amo y señor del gesto de voltear a la cámara cada vez que va a responder las tres cuartillas que memorizó, hace un estruendoso alarde de todas sus carencias como candidato y como supuesto político en la entrevista concedida recientemente en el nuevo Globovisión. Digo nuevo, porque valiéndose de una “ge” dorada en un tono más sólido, han excusado una serie de lamentables acontecimientos que se suman a toda nuestra historia con los medios de comunicación, pero hoy, Globovisión no es de lo que quiero hablar.

 

Continúo con las impresiones de lo ofrecido en la entrevista y por favor, permítanme hacer caso omiso de los momentos en que Vallenilla se refiere a sí mismo como artista o a su carrera “artística”. Me parece que con honrosas excepciones, ser animador no deviene necesariamente en ser un artista. En el país de Ramos Sucre, Reverón y Aldemaro Romero no podemos decirle artistas a los animadores de las minitecas (extiéndase la analogía abiertamente). Ojo que no es menos honroso desarrollar esa labor, pero quienes se dedican profesionalmente al golf son golfistas, a la herrería son herreros y a la animación, animadores. No empecemos con falacias.

 

Entiendo perfectamente que en un país donde casi durante trece años gobernó un poeta, filósofo, historiador, monaguillo, beisbolista, cantautor, coplero, pintor, político, economista, estratega, escapista, alpinista consagrado, nos cueste distinguir entre quién parece tener una opción certera para gobernar mejor y quién no. Entiendo pero no justifico que ante una propuesta política o ante el esbozo de ella (lo que vemos no es una propuesta, dibujar óvalos en el aire diciendo “toda la comunidad” no es una propuesta) se deje de cuestionar quién ofrece la mejor idea para la gestión de un gobierno o quién está mejor capacitado para gobernar. Una vez más, con nuestro claro antecedente, volvemos entonces a reparar en lo relativos que se tornaron los significados de “idea”, “gestión” “capacitación” y “gobierno”, por no hablar del “bien común” que en (otra vez comillas) “teoría” debería perseguir quien presida la República. De todas maneras, puedo comprender que después de Nicolás Maduro (y no Chávez, que jamás se podría comparar con un Winston Vallenilla) cualquiera evalúe su candidatura con no poco chance de alcanzar el poder.

 

A Vallenilla le indigna la declaración de su colega Camila Canabal al asegurar que no votaría por él a pesar de que es un hombre “honesto, trabajador… con valores, que lo que se propone lo logra” y cierra con horror que: “tú no puedes dejar de votar por una persona por su color político”. ¿Y entonces? ¿Cuál es el criterio para no votar por una persona si no es por su ideal, representado en un color? ¿Cuál según Vallenilla es el criterio para no votar por un político sino precisamente su filiación política? ¿El color de pelo sería más legítimo? ¿Su modo de vestir? ¿Por eso se viste así ahora?, si a Vallenilla le molesta tanto que alguien no vote por él, por el altruista bonachón que dice ser, en vista de su color político, pues debería presentar su candidatura independiente, ya que lamentablemente su propuesta no está respaldada por el aire sino por el aparato inmenso del PSUV. Este punto revela la brillantez del pensamiento de este nuevo “actor” de nuestra política. El entrevistado lamenta que alguien no haya votado por Carlos Andrés Pérez por el solo hecho de pertenecer a Acción Democrática o por Herrera Campins a COPEI. Es este el punto álgido del pobre discurso de Vallenilla.

 

Según esta cita textual que tomé de la entrevista, el color político es un hecho trivial. La filiación política es casi un elemento azaroso, él no se siente comprometido ni heredero de responsabilidad alguna al sumarse. Según él, los muchos clones de la Madre Teresa de Calcuta que pretenden hacer vida política en el país (y eso sí) resolver los problemas a toda la comunidad, salen a la calle mientras va pasando Henri Ramos Allup o Diosdado Cabello quienes los secuestran, les ponen una franela y ellos, víctimas al fin, no tienen sino que acatar y “padecer” las consecuencias de esa elección ajena. Solo un tipo sin ideología, sin una clara posición de cómo pretende hacer gestión de gobierno, puede afirmar, además en ese tono de sorpresa, semejante barbaridad. Vallenilla parece olvidar o simplemente ignorar, que las ideologías, como él las entiende, no se reducen a consignas. Pero eso implica analizar toda su armazón y la imagen que veo en Globovisión es la de una figura repleta de consignas: “Que las canchas deportivas funcionen, que no haya basura” son dos pequeñas muestras de la fertilidad de sus lugares comunes (todo él, al final) puesto que el problema es de mantenimiento de las instalaciones de las canchas, no de que éstas “funcionen” y de tratamiento de la basura no de que esta “no exista”.

 

“Un hombre que lo que se propone, lo hace” bueno Vallenilla, es muy triste que Venezuela haya llegado a un nivel tan ridículo de credulidad, que esta línea en su oferta sea objeto de admiración “lo que me propongo lo hago” parece algo dicho por un tipo que asegura haberse propuesto cruzar la calle frente al centro Lido y haberlo conseguido. “Esta mañana dije que me lavaría los dientes y lo hice” por ahí podríamos ir. Yo quisiera dar por descontado que al votar lo hago por personas que cuanto menos, hacen lo que se proponen.

 

“La decisión no se trata de la tarjeta, se trata de la calidad de vida” una vez más, el candidato desvincula su propuesta del partido y de la política, es increíble cómo reincide en este error. “En Baruta los comerciantes están descontentos” qué maravilla el ojo crítico de este caballero. Parece olvidar que el gobierno actual, dirigido por el partido en que milita, hace todo lo posible por mantener y casi fomentar ese descontento. Habla como si los municipios autónomos, fueran también independientes. Lo curioso es que en estos problemas del país que aborda, desliga totalmente a ese elemento arbitrario en la existencia del universo que es un “color político” o un “partido”. Lo peor de todas estas aseveraciones, el remate patético, es que Vallenilla guiña el ojo después de opinar en una absurda demostración de confianza en lo que dice (los niños tampoco dudan al balbucear) frente a la cámara. Lo hace unas cuatro veces en toda la entrevista, es decir, hay una complicidad en esta simplificación del asunto.

 

“Ahora tenemos educación gratuita”, “no tengo conocimiento de la censura en los medios de comunicación” es un tema de apreciaciones personales, muy personales. Estas dos respuestas, son de mis favoritas. En Venezuela la educación pública tiene muchísimo más de catorce años, candidato. Y de cincuenta. Otra cosa distinta ha sido la fidelidad de las administraciones ante el mandato de dar acceso a todos a esa educación de manera pública y obligatoria. En cuanto a la censura en los medios… es el peor desliz de la entrevista. Trastabilla por estar desconcentrado o por no saber qué decir. Me hubiese gustado escuchar a Chávez de candidato a una alcaldía diciendo “yo tengo mi opinión personal” sin explicarla o exponerla y dar por resuelta la cita. Este tipo de posturas ambiguas en política dan fe de la clase de farsantes que no persiguen con sus actos la verdad, impostores al fin. Realidades en Venezuela hay muchas candidato Vallenilla, pero verdad, lo que entendemos por “verdad” y usted no conoce u omite, no es algo que tenga “distintos puntos de vista”.

 

“El problema es que no podemos seguir acusando al contrario” Vaya. Lo dice un individuo que milita en un partido cuya principal dirigencia insiste en desistir de la otra mitad del país que no los apoya. Hasta ahora, si no en su totalidad, la gran mayoría de los seres humanos que han dicho que sus contrarios no merecen al país, no lo quieren, no le hacen honor y son menos venezolanos por no apoyarlos han sido miembros del PSUV como el candidato Vallenilla. La guinda de la entrevista se resume en el sacudón tremendo que pretende hacer del ineludible vínculo con su partido “No puedo asumir responsabilidades que no me corresponden, usted tiene que votar por el ciudadano, por Winston Vallenilla” es como si un tipo candidato por un partido Nazi se enojara de que lo vincularan con la herencia de los protagonistas del Holocausto con el nazismo mismo o con Hitler, guardando las atrevidas distancias del ejemplo.

 

La entrevista está en internet, cualquiera, como yo hice, puede buscarla y verla. Para mí es imposible abordar punto por punto todas las afirmaciones que el candidato hizo, porque la entrevista entera es un tremendo y lamentable fallo. Es una muestra más de la maniobra propia de quien profundamente ignora, improvisa. No hay ni un mínimo asomo de reflexión detrás de las respuestas de quien pretende ser alcalde de Baruta. Es un entusiasta de un pragmatismo simpático y desvinculado de responsabilidad o compromiso alguno, como si su partido o el ideal que profesa no tuviera (como él) intereses o mejor, como si éstos, solo existieran en las mentes perversas de la oposición apátrida y malvada. Personalmente, creo que el rol confuso de esta improvisada candidatura no debe pasarse por alto. Quienes optan por el poder optan por la posibilidad de asumir la inmensa responsabilidad de conducir un futuro, de construir un vínculo que debe perseguir el bien. Gobernar no es una tángana.

(Visited 77 times, 1 visits today)

Guayoyo en Letras