CALLAR O MORIR: REFLEXIONES SOBRE LA CENSURA Y AUTOCENSURA DE LOS MEDIOS COMO ESTRATEGIA

Por Valentina Issa

@valen_issa

 

 

 

“Medios traicionaron sus compromisos éticos, la búsqueda de la verdad! Conocen al asesino, tienen las imágenes y callan. Así quieren a Venezuela?”[1]

 

Pasadas las 10pm del sábado 15 de febrero de 2014, mientras cientos de estudiantes en protesta pacífica desde el mediodía resistían la represión de la Guardia Nacional y la Policía Nacional Bolivariana en la Avenida Francisco de Miranda, comenzaba el programa de variedades y farándula Sábado en la Noche de Globovisión en tono de business as usual, como si no pasa nada, como si la vida continúa mientras nuestros jóvenes tragan gases tóxicos y se exponen a heridas de perdigones –y de bala-, y a la detención –y desaparición- hora a hora en las calles de Venezuela.

 

Pero ya va, seamos justos, las conductoras de Sábado en la Noche iniciaron el programa expresando su sensibilidad hacia los conflictos del país y dejando claro que si bien presentaban como siempre su programa semanal, no por ello les era ajeno lo que sucedía en la calle. En la primera parte del programa hubo una interrupción para hacer contacto telefónico con un reportero que se encontraba en la Francisco de Miranda y relataba los hechos… Pero si somos completamente justos, tenemos que apuntar también que el contacto fue estrictamente telefónico, sin imágenes de los hechos, y que estas “muestras de interés por la noticia” se dan luego de 4 días de atrocidades y arbitrariedades silenciadas y escondidas, y de que Sergio Novelli –periodista de Globovisión- en un acto de seriedad e integridad, reconociera en su programa nocturno que en Venezuela SÍ padecemos de un blackout informativo impuesto, y peor aún, autoimpuesto, y que iba siendo hora de enmendar el error.

 

Maduro, siguiendo la tradición de su predecesor, pero con mucho menos pudor, ha emprendido, en su desesperación por el dominio de las percepciones, una agresiva estrategia de censura a los poquísimos medios masivos privados e independientes que quedan por ahí guindando con amenazas discursivas frontales, criminalización de la información y asignación de culpas de la terrible realidad a los medios que solamente la reflejan, “compras” misteriosas de canales, e imposición de sanciones y multas. De esa estrategia de censura, ha surgido la autocensura como forma de supervivencia, y el tristísimo panorama informativo de los venezolanos es el siguiente: una cantidad importante de medios televisivos y radiales que comunican una Venezuela irreal, maravillosa, sin colas, sin muertos a manos del hampa y sin inflación (con anclas de noticiero que se refieren a la oposición como “la derecha fascista”); y unos medios privados “independientes” que renunciaron a la transmisión en vivo de cualquier cosa que pueda ofender al hijito de Chávez, y que se han “replanteado” su agenda informativa en una más cómoda para quien les concede uso del espectro radioeléctrico.

 

Ha sido muy difícil convivir con este panorama informativo en los últimos 4 días de convulsión y atrocidad. Maduro ha contado con la acción y omisión de todos los medios para tapar lo que grita la calle, y también ha silenciado –aplicando censura previa, prohibida en la constitución- medios internacionales que han entendido lo necesarios que son para los venezolanos ante el silencio de los nuestros. Entendiendo claramente el poder comunicativo de las imágenes, también enlenteció y entorpeció el acceso a éstas vía Twitter, con la estrategia de fondo de manipular videos e imágenes y versionar la realidad con sonido único en todas las pantallas y cornetas del país.

 

En un artículo anterior, luego de la pérdida del aliado que para muchos fue Globovisión durante 14 años, decía que los venezolanos veníamos acostumbrados a prender la televisión y a encontrar la realidad y la vida en pleno desarrollo en el monitor. Pero lo cierto es que, muy a su pesar, Sr. Maduro, la vida no está en la televisión. La vida está en la calle, y la contrapartida de su censura es la valentía y la pérdida del miedo de los ciudadanos que estamos dispuestos a gritar a los cuatro vientos a través de las redes sociales, y de cualquier medio que aporte la tecnología táctil y portátil, las características de la represión brutal y la intimidación de los organismos de seguridad del Estado; la tortura que le han aplicado a los jóvenes detenidos (como baños de gasolina y amenazas con fósforos, transmisión directa de electricidad, golpes –por supuesto-, entre otras); y los asesinatos y heridas de inocentes desarmados. Las grabamos con el celular y las hacemos virales alrededor del mundo en solo minutos.

 

Mientras este gobierno se quita la careta de pacifista que pregona de la boca para afuera en la misma oración en la que ordena suprimir el transporte público en los municipios gobernados y habitados por la oposición, el periodismo ciudadano la hace evidente y difunde su verdadero talante a los demás y al mundo. Y es así como los ciudadanos espectadores-reporteros le imponen la agenda a los medios temerosos por su propio pellejo.

 

La verdad es que con todo y medios censurados y autocensurados, este gobierno está inevitablemente bajo el foco y la luz de miles de cámaras y grabadoras. Sonrían mientras puedan, pues están siendo grabados y monitoreados en tiempo real.

 

 


[1] Tweet del abogado constitucionalista y especialista en DDHH y Libertad de Expresión, Rafael Chavero G., publicado en su cuenta @rchavero el 14 de febrero de 2014.

 

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