Diálogo, protesta y salida

Por Francisco Alfonzo

@FranciscoAlfonz

 

 

 

Para entender el conflicto actual que vive nuestro país es necesario darse cuenta de que sus causas no son de fecha reciente. El conflicto venezolano tiene su origen en un proceso lento y dantesco, que ha durado aproximadamente quince años, en el cual a los venezolanos poco a poco se les han ido limitando sus derechos, a la misma vez que el partido de gobierno (PSUV) ha aumentado exageradamente su poder y se ha adueñado de todas las instituciones del Estado y de la sociedad.

 

Los venezolanos se encuentran reclamando y manifestando públicamente su descontento por la situación de sus derechos y libertades, las cuales han sido paulatinamente limitadas durante quince años hasta el punto de hacerlas nulas e inexistentes en la actualidad.

 

La coyuntura actual, en concreto, comenzó con protestas estudiantiles. Los estudiantes reclamaron ante la inseguridad, luego de que una universitaria estuviese a punto de ser violada en Táchira. La respuesta del Gobierno ante ese reclamo fue represión. Ello ha generado una escalada de protestas que fue propagada a nivel nacional, apoyada por valientes líderes de la oposición que abrieron los ojos y se dieron cuenta de que la situación actual es insostenible y que su única solución requiere de un cambio urgente de gobierno.

 

Las protestas de estas últimas semanas comenzaron reclamando en contra de la situación de inseguridad, desabastecimiento, inflación, alto costo de la vida, corrupción, entre otras. Sin embargo, ante la brutal represión a la cual esas manifestaciones fueron sometidas, el reclamo de los estudiantes cambió.

 

Ya las manifestaciones no son solamente en contra de la terrible situación socio-económica del país, sino que a ello ahora se le ha sumado el reclamo en contra de la represión, en contra de la persecución de la disidencia, en contra de la criminalización de la protesta, en contra del desconocimiento de los derechos y libertades civiles y políticos. La protesta es ahora en contra de la dictadura.

 

Con la represión brutal de las protestas (hasta el punto de asesinatos), las limitaciones arbitrarias a la libertad de expresión (NTN24, amenazas a CNN, censuras en Twitter, etc.) y el encarcelamiento de estudiantes y líderes opositores, el régimen se quitó la careta y quedó desnudo ante Venezuela y el mundo como una dictadura. Por ello, las protestas ahora no solamente son por el desabastecimiento, inflación, etc. sino que son en contra de vivir bajo una dictadura que desconoce los derechos y libertades fundamentales de los ciudadanos.

 

Como en toda situación dictatorial, las vías del diálogo y de las elecciones resultan sumamente inviables como método para solucionar la crisis. Con los dictadores no se puede negociar, pues las negociaciones se basan en chantajes, amenazas y desconocimiento del interlocutor, desde Miraflores hemos tenido muestras recientes de ello. Así mismo, los dictadores no pierden elecciones, la historia da cuenta de mi afirmación y el caso del 14 de abril del año pasado es un claro ejemplo.

 

Es necesario destacar una advertencia, que muchos pasábamos por desapercibida, realizada por Henrique Capriles la semana pasada. La renuncia de Nicolás Maduro podría implicar la asunción al poder del Presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello. Solo Dios sabe qué puede venir después de esa desgracia, pero probablemente nada bueno será. Una radicalización de la dictadura y una mayor limitación a los derechos civiles y políticos de los venezolanos seguramente sería una de las consecuencias.

 

Un cambio de gobierno es fundamental para solucionar la situación venezolana. Básicamente por el problema ya no es solo la inseguridad o el desabastecimiento, sino que el problema es el gobierno mismo. Luego de 15 años en el poder, no merecen y no deben seguir gobernando los mismos causantes de la gravísima crisis actual. Inclusive no sólo es necesario un cambio urgente de gobierno, sino que también es fundamental una renovación de las autoridades de los demás órganos del Poder Público, CNE, Tribunal Supremo, Ministerio Público, etc. El problema es cómo lograrlo.

 

Venezuela está ante una coyuntura sumamente delicada, de la cual nadie sabe cómo vamos a salir parados. Por eso, es necesario que tanto líderes, como estudiantes y sociedad civil tomen conciencia de la encrucijada frente a la cual nos encontramos, que piensen bien la estrategia, los objetivos y los métodos para alcanzarlos, porque las posibilidades de salir perdiendo también son altas, no es momento de improvisar.

 

Sin duda alguna no hay que dejar de protestar. Ya se ha ganado muchísimo con esta temporada de protestas, el régimen ha quedado desnudo, mostrando lo que verdaderamente es: una dictadura. Pero los siguientes pasos a dar durante esta semana deben ser calculados milimétricamente, (sobre todo tomando en cuenta que se avecinan los carnavales), los líderes no pueden dejar sola a la sociedad civil, menos a los estudiantes.

 

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