¿Dónde están los fascistas?

Por Luis Guillermo Valera

@guilloescritor

 

 

 

“Fascista” es un término usado por el oficialismo para referirse a la oposición. Uno de los muchos epítetos que han recibido en los últimos años. Escuálidos, Majunches, Burgueses, Pitiyanquis. Motes que solo sirven para despreciar al adversario político.

 

La palabra “fascista” reviste mayor peso que todas las anteriores. Ya no se trata de mofarse de quienes piensan diferente, de minimizarlos a un chiste. Se trata de demonizar a la oposición, reducirla a un mal que debe ser erradicado.

 

Volver la política en un enfrentamiento entre “buenos” y “malos” es una conducta infantil, por no decir irresponsable. Prejuzgar las ideas contrarias niega cualquier dialogo posible. Y en un país polarizado como Venezuela significa negar a la mitad del país.

 

Pero, ¿dónde están los fascistas?

 

¿Es correcto tildar a la oposición de “fascista”? Ante los últimos intentos de “dialogo” impulsados por el Gobierno, cabe aclarar este problema de semántica política.

 

Para empezar, el fascismo nació en la primera mitad del siglo XX, en Italia, Alemania y España, como alternativa a los modelos capitalista y comunista. Se basa en la sumisión del individuo ante el Estado, la consolidación de un partido único y la construcción un Gobierno centralista.

 

El fascismo monopoliza los medios de comunicación para exaltar a un líder carismático que promueve la unidad indivisible de las masas con métodos populistas y demagógicos: exacerbando los miedos y prejuicios de la población contra un individuo, casi siempre por pertenecer a un grupo antagonista (en Alemania los judíos, los comunistas, los homosexuales, los gitanos), haciéndoles volcar su agresividad irreflexiva contra el enemigo común.

 

En el fascismo la desinformación y la distorsión del sistema educativo incentivan la glorificación del líder y crean, a fin de cuentas, una oclocracia: el gobierno de la muchedumbre, un grupo de gente sin capacidad de autogobierno y con voluntad irracional.

 

Las órdenes del caudillo son absolutas, deben cumplirse ciegamente, sin discusión o análisis. Se hace uso de los símbolos y la estructura militarista, al igual que sus valores, como ancla ideología hacia y líder y las masas.

 

El fascismo es, a grandes rasgos, el uso del odio para unir a las masas y dominarlas bajo una careta de patriotismo y defensa de lo nacional en contra los tentáculos del imperialismo.

 

Ahora, ¿dónde están los fascistas?

 

(Visited 55 times, 1 visits today)

Guayoyo en Letras