Érase un indicador de escasez

Por Daniel González

@GonzalezGDaniel

 

 

 

Para los venezolanos, economistas o no, el indicador de escasez era un número, últimamente pavoroso, que confirmaba a inicios de mes aquello que ya nos había tocada padecer al entrar a un Excelsior Gamma, un Plaza´s, un Farmatodo, un Locatel o a un abastico de esquina. Lo vimos por última vez el 11 de febrero de este año en la nota de prensa conjunta del BCV y el INE referente a la inflación. En esa nota de prensa, sin gráficos ni nada, se podía leer: “En los alimentos fundamentales, el resultado del indicador de escasez fue 26,2% en enero, lo cual representa un mejor abastecimiento de estos rubros respecto al mes de diciembre (28,3%)”. En la siguiente nota de prensa, la del 14 de marzo, el dato de escasez ya no estaba, brillaba por su ausencia, escaseaba por primera vez y pronto Nelson Merentes, presidente del instituto emisor venezolano, respondería a las innumerables voces que se preguntaban qué había pasado con el indicador.

 

En una nota de El Universal firmada por la periodista Suhelis Tejero, que se diluyó entre las lacrimógenas lanzadas en Altamira y San Cristóbal y la tramposería del régimen cocinando desafueros, el presidente del BCV declaró que “el índice de escasez lo debe tener el Gobierno, no es un índice político. Nosotros le estamos suministrando al ejecutivo la información correspondiente. No queremos que los índices se conviertan en índices políticos que favorezcan a unos y perjudiquen a otros”. Pero eso no es todo. El Sr. Merentes se negó a responder al ser consultado sobre si el indicador se volvería a informar al público. Ante esto, uno vuelve a preguntarse: ¿es autónomo el Banco Central de Venezuela? ¿Puede ocultar deliberadamente información económica a la población?

 

Antes de responder estas preguntas me gustaría recordar que el artículo 5 de la ley vigente del BCV establece que el objetivo fundamental de la institución es lograr la estabilidad de precios y preservar el valor de la moneda. En dos platos, controlar la inflación y evitar la devaluación del bolívar ¿fuerte? Le pregunto: ¿está aprobado el Banco Central de Venezuela en estas materias? Respóndase usted mismo, con confianza.

 

Ahora bien, respecto a la autonomía del Banco, el artículo 2 de la ley señala que “es autónomo para la formulación y el ejercicio de las políticas de su competencia (…) el Banco Central de Venezuela no está subordinado a directrices del Poder Ejecutivo”. Si esto es así y solo en el contexto que nos atañe, saltándonos las múltiples quejas previas por su falta de independencia, uno debe suponer que la decisión de ocultar a la población el indicador de escasez es una decisión autónoma del Banco en la que el Ejecutivo Nacional tiene poco que ver. Cómo dirían los abuelitos, yo te aviso chirulí.

 

Pero hay más. El artículo 31 de la ley, preste atención, establece lo siguiente. “El Banco Central de Venezuela (…) sin perjuicio de sus responsabilidades institucionales, deberá mantener informado, de manera oportuna y confiable al Ejecutivo Nacional y demás instancias del Estado, a los agentes económicos públicos y privados, nacionales y extranjeros y a la población acerca de la ejecución de sus políticas, las decisiones y acuerdos de su Directorio, los informes, publicaciones, investigaciones y estadísticas que permitan disponer de la mejor información sobre la evolución de la economía venezolana, sin menoscabo de las normas de confidencialidad que procedan, conforme a la Constitución de la República”. Ante esto, uno solo puede inferir que el Sr. Merentes ha decidido que desde el 11 de febrero esta información es confidencial, pero, ¿por qué razón si antes era pública? Solo él, el Directorio y quizá Nicolás Maduro tengan la respuesta. Lo cierto es que no hay razones legales para ocultar esta información. Únicamente hay razones políticas, porque un indicador, señores, es un simple número. ¿Saben cuál es el problema? Que ese número dice mucho respecto a la ineficiencia, la ignorancia y el mal manejo de quienes hacen que se ubique en un valor y no en otro. El miedo que tienen es que el número les grita que más allá del embrollo con la supuesta guerra económica, la economía de este país les quedó grande y se los está tragando. Y lo peor es que bajo el razonamiento de Nelson Merentes, hasta el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) podría desaparecer de la página del Banco algún día por el uso “político” que le da la oposición al numerito.

 

Las estadísticas están muriendo. No. Mejor dicho, las están asesinando.

 

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