¿Quién divide a la Unidad?

Por Pedro Urruchurtu

@Urruchurtu

 

 

 

Los últimos meses han servido para desnudar la naturaleza de un gobierno que para algunos es luz y para la mayoría del país es sombra y oscuridad. Pero también ha servido para evidenciar un chantaje que muchos advirtieron y que pone en peligro la existencia de la oposición venezolana gracias a una parte de esa propia oposición.

 

La Unidad, vista como una gran fuerza opositora capaz de aglutinar a todas las fuerzas democráticas de un país, vio en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), su principal medio de canalización política, la oportunidad de enfrentar desde el punto de vista partidista, y con ayuda de algunas otras fuerzas, al régimen que hoy oprime al país.

 

Nadie puede poner en duda los resultados extraordinarios que, en su momento, la MUD reflejó. Una fuerza política amplia, capaz de mostrar una alternativa de país, legitimada con procesos electorales primarios donde compitió una gran diversidad de líderes, y una gran expectativa reflejada en la gente que confió firmemente en lo que se le proponía al país. Pero justamente en esa gran expectativa, la MUD encontró su trampa. Trampa que partió de la idea de que sólo los partidos políticos como grandes actores podían aglutinar a otras fuerzas menores para armar un gran cuerpo democrático, capaces de enfrentarse electoralmente al gobierno. Eso y nada más.

 

Esto ha traído varios problemas. El primero, creer que la MUD es la Unidad, que todo lo que esté fuera de la MUD siendo opositor no es la Unidad y que todo el que critique la MUD está criticando a la Unidad. Los simplismos han sido grandes creadores de sesgos y falsas interpretaciones que en la historia de la humanidad se han pagado muy caros.

 

Una Mesa que se haga llamar a sí misma democrática, no puede darse el lujo de señalar, injustamente, las diferencias en su seno. Peor aún, una Mesa Democrática no puede imponer líneas rígidas de acción, pues deja de ser democrática y es contrario a su naturaleza. Hoy se puede ver como el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) está cayéndose a pedazos por culpa de una línea impuesta, única. ¿Hablamos de Mesa de la Unidad Democrática o Mesa de Única Democracia? Ese desacierto de secuestrar posiciones y opiniones en un afán a veces cómplice, sólo beneficia al régimen.

 

Imaginemos por un momento que la MUD es gobierno, ¿Todo el que la critique será traidor? De ser así, ¿qué les diferencia de lo que tenemos hoy? ¿Es eso una alternativa “democrática”?

 

Pero hay algo mucho peor y es lo segundo: no conformes con el hecho de que algunos partidos han secuestrado, en nombre de la MUD, a la Unidad, también atacan a aquellos que desafían su statu quo y que fijen posturas y acciones que más que hacerse a un lado del régimen, le hagan frente. Puede resultar sospechoso que el gobierno ataque a un sector opositor al que cataloga “de extrema derecha”, y que voceros de la MUD también lo hagan refiriéndose a estos como “radicales”.

 

Han vendido la idea de que hay un grupo opositor al margen de la Constitución, cuando nada de lo que se ha planteado ha sido fuera de ésta. ¿Por qué gastar tanto tiempo y esfuerzo en señalar a una oposición que no ha hecho nada fuera de la Ley, cuando hay un régimen que ha hecho de la Constitución su mayor juguete político?

 

El régimen sabe muy bien que dividir a la oposición es tarea fácil gracias a quienes desde la trinchera opositora, más que hacerle frente, lo aplauden. Ese afán de hacer ver que hay una oposición buena y una mala, lo único que persigue es el objetivo de aniquilar a la oposición completa, a la disidencia y de esto nadie se salvará. Del lado mal llamado “radical” nunca ha salido una sola declaración en contra de la MUD y mucho menos de la Unidad. Se han hecho evidentes diferencias, dignas del ejercicio democrático. El hecho de probar nuevas estrategias, con sus errores y aciertos, pero diferentes a esperar, no los hace menos opositores ni menos miembros de la Unidad, al contrario, fortalecen el espíritu democrático que debería reinar en ella.

 

Tiempo y diálogo sólo benefician al régimen. ¿Por qué esperar o dialogar con quien nunca ha mostrado interés en una verdadera convivencia democrática? ¿Por qué sentarse con quien es promotor de violencia, muerte y detenciones injustas? ¿Por qué sentarse con quien, sin importarle el futuro, destruye al país a diario? El régimen lo único que ha hecho es enfrentarnos como venezolanos y como oposición, en una lucha existencial en la que si existen ellos no existimos nosotros. ¿Es ese el país que queremos?

 

¿Qué tenemos ante nuestros ojos, entonces? Quienes dicen ser defensores de la MUD, en nombre de la Unidad, se comportan como los principales divisores de ésta, con sus comentarios, egoísmo y falta de solidaridad. Los tildados de malos y radicales son los que en realidad han hecho de la MUD y la Unidad un ejercicio democrático: la existencia de la diferencia y de ahí construir acuerdos. Si la MUD desea sobrevivir debe abrirse más allá de los partidos y entender que no es dueña de la oposición. Debemos empezar a apuntar hacia una verdadera Unidad de todos los sectores del país, partidistas o no, que aspiran un mejor país, con libertad y democracia, más allá de lo electoral.

 

El sector visto erróneamente como radical ha emprendido esa tarea en las últimas semanas, con la intención de tomar fuerza en todo país para enrumbarnos hacia un cambio definitivo, mientras la MUD se ha encerrado en el mundo de las críticas, a la ofensiva de todo lo que se diga y refugiándose en liderazgos y lineamientos únicos que no la diferencian mucho de quienes hoy gobiernan. La miopía política tiene un alto costo.

 

Aquí la opción no es convivir con quien ha demostrado que quiere aniquilar. La idea es producir un cambio que permita la convivencia democrática de todos los venezolanos, en un escenario de libertad, seguridad y prosperidad. Jugar al ritmo del régimen y como quiere el régimen, sólo ayuda al régimen.

 

¿Qué otro objetivo debe tener una oposición sino organizase para llegar al poder? Lo cierto es que se necesita de vocación de poder, capacidad de gobierno y verdadera alternativa de cambio. Allá aquellos que prefieren ser oposición por siempre, quizás porque es lo que más conviene o por comodidad. El país no está para esperar más. Cuando los principios y valores prevalezcan, entenderemos quién divide a la Unidad.

 

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