El “centro” de la opinión

Por Daniel González G.

@GonzalezGDaniel

 

 

 

En Venezuela las cantinfladas están de moda. Es posible que, al día, se produzcan más de ellas que vehículos en un mes. En este país las sorpresas ingratas no paran y le tocó el turno al desatinado editorial del martes 05 de agosto del diario El Universal. El texto en cuestión, dirigido a sus lectores cada día más exiguos, buscaba justificar la censura de la que habían sido objeto más de veinte articulistas. El texto señala que el diario cuenta con “un código de ética que proscribe las ofensas personales, el descrédito, las falsas informaciones, las mentiras, el irrespeto y los juicios morales” y por esto, los artículos de Adolfo Salgueiro, Unai Amenábar, Axel Capriles, Orian Brito, Orlando Ochoa, Agustín Blanco Muñoz, entre otros, ya han dejado de leerse en sus páginas de opinión.

 

Veamos un ejemplo de la razzia. El 30 de julio, el economista Miguel Angel Santos escribió en Twitter que “la nueva redacción de El Universal” había decidido vetarle por recordar un reporte donde se detallaba el desfalco del FONDEN. A propósito del editorial de El Universal, releí el artículo para ubicar en qué parte Santos ofendía, desacreditaba, escribía informaciones falsas o irrespetaba. La nota, que está en su blog y fue subida el mismo día del incidente con el diario, lo que hace es narrar el encuentro con unos periodistas y el contenido de un documento relativo al Fonden que había sido preparado para Reuters. Me permito citar un extracto: “Allí está SERLACA, un consorcio de aluminio que había recibido 60 millones de dólares de FONDEN y otros 90 del Fondo Chino. Para finales de 2011 no pasaba de ser laminadora de aluminio abandonada, tras pasar 18 meses paralizada”. ¿Sería bueno saber dónde están las ofensas, el descredito o la mentira en este fragmento? La gran pregunta es: ¿La susceptibilidad de quién iba a herir Miguel Angel Santos con la publicación de esa nota? El 05 de julio, cuando El Universal publicó su edulcorado editorial, el economista se refirió en Twitter a su artículo e indicó que se había dicho en los predios de la redacción que él “no era fiscal”. Es decir, a criterio del chavismo, si no somos fiscales, no podemos opinar, por ejemplo, sobre las empresas de maletín que robaron millones de dólares a la nación.

 

Pero hay más. En el tercer párrafo del opúsculo trasnochado, que parece salido del ministerio que dirige la hermana del alcalde de Caracas, se lee lo siguiente: “El Universal ha dicho a los articulistas, muchos de ellos con muchos años escribiendo en el diario, que aunque se busca el centro de la opinión…”. Aquí literalmente casi muero. ¿Qué diantres es eso del “centro” de la opinión? Me fui a lo más accesible, al DRAE, a verificar el concepto y allí leí exactamente esto: “Opinión: 1. f. Dictamen o juicio que se forma de algo cuestionable”. Y bueno, un juicio, según la RAE, es precisamente un dictamen, una opinión. Y si nos queremos poner más profundos y hablar de juicios morales, los invito a leer el artículo de Santos y evalúen si hay o no de estos, pero ese tema del “centro” de la opinión es como perturbador. Es decir, para mí, opinión era opinión, sin centros, izquierdas ni derechas. Era mi juicio sobre un tema, pero ahora, pareciera que uno debe preguntarse cómo hacer para llevar la opinión al centro. Alguien diría algo como, “otra, otra, otra cantinflada más”.

 

En el quinto párrafo del editorial se lee: “El Universal está abierto a las opiniones que acepten mantener la línea de respeto, equilibrio y equidad a través de la cual llegamos a los lectores, bajo la aspiración de contar con un contenido de temas variados y de flexible adaptación a las realidades a informar”. Este párrafo creo que es la coronación del burlesco texto. Explico. El párrafo inicia transmitiendo la idea de opinión y cierra mencionando información. Yo lo entiendo como que las opiniones deben adaptarse a la nueva “realidad” sobre la que informará el diario, es decir, el país de la inflación de un dígito, delincuencia cero y absoluto abastecimiento de bienes y en base a esto, no caben opiniones sobre el país que sus páginas irán dejando de reseñar. Así como ahora se titula en algunos medios “China exportará…”, debe opinarse en función de las exportaciones chinas y no de las crecientes importaciones venezolanas.

 

Y como se escucha en la publicidad de sartenes antiadherentes de la TV por suscripción, espere, aún hay más. En el texto, que se fundamenta en el código de ética del diario que a la fecha nadie sabe quien compró, que proscribe el irrespeto y los juicios morales, se lee casi al final que “una conocida periodista de insospechable conducta antiética, denunció haber sido censurada el mismo día en que El Universal publicó su artículo, circulado en 140.000 ejemplares”. ¿Será que eso de “insospechable conducta antiética” no es un juicio moral? ¿Cuál será el “centro” de esa opinión?

 

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