¿Constitu… qué?

Por Andrés Abreu Urdaneta

@andresabreu

aabreu@guayoyoenletras.com

 

 

 

Desde hace algunos meses algunos líderes de la oposición han hecho el llamado a una Asamblea Nacional Constituyente con el objetivo de una reestructuración política. Específicamente, “como mecanismo expedito, para lograr la alternancia política, la reestructuración del Estado y la renovación del pacto social mediante la reconciliación de los venezolanos.” Según reza la nota de prensa del partido Voluntad Popular que recientemente realizó un anuncio de llamado a activar la constituyente. La iniciativa ha sido impulsada principalmente por el partido liderado por Leopoldo López y por María Corina Machado, líder del grupo político Vente Venezuela.

 

Tal y como dice la Constitución, el objeto de una Asamblea Nacional Constituyente es el de “transformar el Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución”. Más allá de la creación de una nueva Carta Magna, lo que busca la fracción opositora que apoya la iniciativa de una constituyente es la transformación del Estado que pasa por la reestructuración de los Poderes Públicos.

 

¿Es la Asamblea Nacional Constituyente la verdadera salida? Para una fracción opositora la respuesta parece ser afirmativa. Sin embargo esta postura no es compartida por toda la oposición venezolana debido a que existe otro sector que impulsa la iniciativa de las elecciones parlamentarias de 2015, y un tercer grupo que representa la famosa frase de Carlos Andrés Pérez “Ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario”, es decir que no está de acuerdo con ninguna de las dos iniciativas.

 

Desde mi punto de vista, considero que es necesario destacar algunos elementos sobre la Asamblea Nacional Constituyente que, a mi parecer, no la hacen ver como la verdadera salida tal y como la ve otro sector de la población.

 

El artículo 348 de nuestra Constitución establece que la iniciativa para la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente corresponde a: el presidente de la República en Consejo de Ministros, la Asamblea Nacional, los Concejos Municipales, o al quince por ciento de los electores inscritos en el Registro Civil y Electoral. A esos electores es a los que apela la oposición para convocar esta Asamblea. Tomando en cuenta que el padrón electoral está integrado por un poco más de 19 millones de electores, se necesitarían alrededor de 2 millones 850 mil firmas para activar la iniciativa de una constituyente.

 

3 millones 79 mil 284 personas votaron en las elecciones primarias que llevo a cabo la oposición en 2012; es por ello que para algunos parece sencillo conseguir la cantidad de firmas necesarias. Sin embargo en este punto existe una gran disyuntiva que tiene que ver con la recolección de dichas firmas.

 

Se supone que la Asamblea Nacional debía dictar una ley de referendos en donde se estableciese la normativa para la recolección y validación de estas firmas. Sin embargo, esta ley no se ha dictado, por lo cual recae en el CNE la responsabilidad de normar esta situación.

 

Recordemos que entre 2003 y 2004 la oposición realizó una jornada de recolección de firmas, más que familiares son los nombres de “El Firmazo” y “El Reafirmazo”. Estas firmas tenían como objetivo convocar un referéndum revocatorio contra el presidente Hugo Chávez. En esa oportunidad, el CNE declaró que 1.1 millones de las firmas presentaban serias dudas, mientras que 0.5 millones eran totalmente inválidas. Luego de una decisión de la Sala Electoral del TSJ, otra decisión de la Sala Constitucional que dejaba sin efecto la anterior y un procedimiento de “reparo” anunciado por el CNE, la oposición logró recolectar 2 millones 436 mil 830 firmas que dieron lugar al referéndum revocatorio.

 

De más está nombrar las consecuencias de la recolección de estas firmas, partiendo de la Lista Tascón. Entonces, ¿confiaría el pueblo en entregar nuevamente su firma y sus datos?, Ese mismo trabajador de una empresa del Estado que es obligado a marchar ¿firmaría poniendo en juego su trabajo como se lo jugó en 2004? La respuesta creo que debería ser obvia, sobre todo en las condiciones de polarización que se viven actualmente en nuestro país. Por eso, a diferencia de otros, yo sí pongo en duda la recolección de las firmas.

 

Por otro lado, algo que va mucho más allá de si se consiguen o no las firmas necesarias para lograr una Asamblea Nacional Constituyente. Recordemos cuando en 1999 se convocó la constituyente y se escogieron los parlamentarios; se escogieron en forma personalizada (por nombre y apellido) tal y como se establecía en las bases comiciales.

 

Los resultados de esa elección arrojaron que los parlamentarios que integraban el llamado “Polo Patriótico” (favorable a Chávez) representaban el 95.41% de la Asamblea mientras que los del “Polo Democrático” representaban el 4.58%. Eso se tradujo en que el oficialismo contaba con 122 miembros más 3 indígenas que dieron su apoyo al Polo Patriótico, mientras que la oposición contaba solo con 6 parlamentarios para un total de 131. Cabe destacar que en esa elección hubo una abstención de 52.94%

 

¿Qué paso con la uninominalidad en 1999? Fue desvirtuada debido a que el presidente creó una lista, “El Kino”, e invitó a votar por la misma, lo cual hicieron los electores afectos al chavismo. Eso explica cómo María Isabel Rodríguez (esposa del presidente para el momento), Sol Musset (esposa de Alí Primera y madre de los cantantes Servando y Florentino), y algunos cantantes del folklore, son parte de los redactores de nuestra Carta Magna.

 

Siguiendo con lo sucedido en 1999, la Asamblea Nacional Constituyente se autoproclamó como poder originario, absoluto e ilimitado. Contrario a lo que establece Allan Brewer – Carías quien dice que “la Asamblea Nacional Constituyente, teniendo como límites los que impuso el pueblo soberano en las preguntas y bases comiciales que fueron sometidas a consulta popular en el referendo del 25 de abril de 1999, no puede asumir carácter originario alguno, pues ello significaría, al contrario de lo dispuesto por la voluntad popular, suspender la vigencia de la Constitución de 1961 y pretender actuar fuera de los límites supraconstitucionales que deben guiar su actuación”.

 

De esta forma, la Asamblea Nacional Constituyente, usurpando las atribuciones de los órganos del Poder Público, dictó distintos decretos como la ratificación del presidente de la República, la reorganización de los poderes públicos, la suspensión de las elecciones municipales de 1999, etc.

 

Entonces, tomando en cuenta nuestra historia más reciente, ¿no es posible que se repita una Asamblea Nacional Constituyente como la de 1999, o aún peor? Quien responda de forma negativa a esta pregunta pareciera que vive en una realidad bastante alejada a la venezolana. No debería ser un secreto, o mejor dicho, no es un secreto que si se impulsa la iniciativa de una constituyente, el gobierno no va a dejar pasar la oportunidad que voltear esta asamblea a su favor. Y, ¿Qué puede pasar si el oficialismo obtiene la mayoría en la Asamblea Nacional Constituyente como sucedió en 1999? Cualquier cosa, esa es la respuesta.

 

Si el oficialismo se hace con la mayoría de los parlamentarios (lo cual es totalmente posible si tomamos en cuenta la modificación de los circuitos electorales que dieron como resultado nuestra actual Asamblea Nacional), podría suceder lo inimaginable: Suspensión de derechos por los cuales tanto se ha luchado, la declaración de manera oficial del socialismo como ideología nacional, yendo aún más allá; el traspaso de esa barrera de ‘no retorno’ en el tránsito hacia el socialismo de la cual hablaba el ex presidente Chávez y que se relaciona con el tan temido Plan de la Patria, ley de la República.

 

Luego de todo esto supondrá el lector que pertenezco a la fracción que defiende ir a unas elecciones parlamentarias. Pues no, creo que pertenezco a ese tercer sector de “ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario” del que hablaba al inicio. Un sector opositor que considera inmoral que los partidos políticos llamen a votar en unas elecciones parlamentarias o llamen a firmar para una Asamblea Nacional Constituyente cuando aún está presente la sombra de un supuesto fraude electoral en las manos de las mismas autoridades que siguen presidiendo el CNE, ¿Con qué cara me dices que esta vez sí confíe?

 

Un sector que se cansó de los discursos de sus líderes y de la desunión de una supuesta Mesa de la Unidad Democrática, que quizás lo único que tendrá es la mesa. ¿Que qué va a pasar? No tengo una respuesta para ello, pero con lo que se está viviendo y con las respuestas que está dando la oposición, no vaticino nada bueno.

 

 

 

Con información tomada del libro «El Proceso Constituyente venezolano de 1999 de la profesora Lolymar Hernández y publicado por la Academia de Ciencias Políticas y Sociales

 

(Visited 69 times, 1 visits today)

Guayoyo en Letras