¿Empeñados en seguir siendo idiotikos?

Por Juan Francisco Morales Alfonzo

@AmadisdeG50

 

 

 

En la antigua Grecia, existieron dos tipos de ciudadanos, los politikos y los idiotikos. Los primeros, eran ciudadanos interesados por los asuntos públicos, mientras que los segundos, se ocupaban sólo de sus intereses particulares o privados. La corriente estóica, ventilaba como obligación del hombre, el interés por lo público y lo político, razón por la cual despreciaban a los epicúreos, quienes manifestaban que la política era sólo fuente de problemas. Luego de más de dos milenios, lo único que ha cambiado es que la palabra idiotiko, derivó en idiota, y que hoy se usa como insulto, a juicio de algunos, merecido para quienes no le interesa la política.

 

Sin entrar en definiciones etimológicas o aristotélicas, la política no es más que la manera de ejercer el poder con la intención de brindar soluciones, oportunidades e incentivos para que la gente viva cada día mejor.

 

Todos los ciudadanos, independientemente de su condición social, están afectados por la política, cosa muy distinta a estar de acuerdo con los políticos. Quienes aborrecen la política, e insisten en apartarse de ella, como que no entienden que adoptan posturas anacrónicas y extemporáneas. Cada quien a lo suyo, es verdad, a trabajar y a construir su propio destino, pero no podemos olvidar que la política se encuentra presente en nuestras vidas, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos.

 

Si despertamos y no hay agua, ni para cepillarnos los dientes falla la política. Si el tráfico impide que lleguemos puntualmente al trabajo, falla la política. Si asistimos a una institución pública para tratar de resolver un asunto, y salimos con mayores dudas de las que teníamos al entrar, falla la política; es decir, todos nuestros actos y necesidades, están marcados por la política.

 

Cuando leemos un periódico y nos enteramos que aumentarán el IVA para el año 2015, que la represa El Guri se está secando, que se avecina una crisis eléctrica nacional, que 144 talleres mecánicos han cerrado en 2014, y que adquirir un boleto de avión para salir del país es casi imposible, es lógico inferir que falla la política. Si te enfermas y no consigues el medicamento en ninguna parte, si tienes que hacer largas colas para comprar alimentos y al final del día no los consigues, o si permaneces encerrado en tu casa día y noche por temor a que te maten o te asalten, indiscutiblemente falla la política.

 

Cuando sufrimos de plagas y enfermedades que han sido erradicadas, cuando faltan escuelas de calidad para nuestros hijos, cuando no es posible tener acceso a una vivienda, cuando los servicios públicos no funcionan, el origen lo entendemos claramente, falla la política.

 

La única manera de que todas estas cosas cambien, es que abandonemos la idiotez. Recordemos que la política nos atañe a todos por igual. Si queremos un mejor futuro, asumamos el rol de ser políticos y dejemos el empeño en seguir siendo idiotas.

 

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