El Gran Viraje

Por Juan Francisco Morales Alfonzo

@AmadisdeG50

 

 

 

Para nadie es un secreto que el país exige cambios y decisiones enérgicas para enfrentar la crisis económica y social. Hay que hablar con la verdad, porque la situación en que gravitan todos los sectores de la vida nacional, especialmente negativa para los de menores ingresos, sólo puede encararse con el esfuerzo concertado; sin dilaciones ni aplazamientos.

 

En el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, se propuso “El Gran Viraje”, un conjunto de medidas económicas y sociales para revertir la crisis. No obstante, la politiquería barata, practicada en el brutal linchamiento de Pérez, impidió que avanzáramos hacia la modernización del país.

 

De aquellas medidas económicas, cuyas intensiones no eran otras que tratar de mitigar las dificultades del momento y proyectar con firmeza un futuro próspero y sin concesiones que permitieran repetir los errores u omisiones del pasado, fueron rechazadas por una dirigencia política acostumbrada a repartirse “el botín de los cargos públicos”, apoyada naturalmente por un grupo de notables, ególatras y empresarios habituados a vivir del subsidio, del proteccionismo y del clientelismo político. Luego del más crudo ensañamiento bajo la forma de apariencia legal, Pérez fue destituido y tuvo la entereza democrática de someterse a un proceso judicial, a sabiendas de que era una acción, además de injusta, dirigida contra el propio sistema.

 

Mucho se ha venido especulando, haciendo creer que el gobierno de Pérez sólo imponía sacrificios a la población, pero lo cierto es que al revisar los fundamentos de su política social, encontramos la reorientación del gasto público para favorecer directamente a los sectores de menores ingresos, suplantando un régimen de subsidios indiscriminados, que en la mayoría de los casos eran transferidos a los sectores más privilegiados. Otros de sus propósitos en materia económica eran la lucha contra la inflación, la búsqueda del crecimiento sostenido y el equilibrio en la balanza de pagos.

 

Recordemos que sus políticas más destacadas se sustentaron, en primer lugar, en la promoción de las exportaciones no petroleras como mecanismo eficiente de sustitución de importaciones, contribuyendo así con el cierre de la brecha externa y la generación de un patrón balanceado de ingresos a mediano plazo. En segundo lugar, en el ahorro del sector público, que se utilizó como principal fuente de fondos para financiar el esfuerzo de la acumulación de capital, y en tercer lugar, en la expansión acelerada de la inversión privada, a objeto de generar un efecto multiplicador de crecimiento económico en el largo plazo.

 

En aquel momento, gran parte de la dirigencia política, se ocupó de tergiversar los argumentos del plan de gobierno de Pérez, condenando a la liberación de precios y a la liberación de las tasas de interés, como medidas descabelladas que empobrecían a la gente. Lamentablemente muchos de los políticos de aquella época, como algunos que todavía quedan activos, sufren de “disfunción de segundo orden”, es decir, no saben que no saben. Paradójicamente, el liderazgo del momento tampoco apoyó la eliminación gradual de las restricciones arancelarias, la apertura comercial y la reconversión de la deuda en inversión, lógicamente auspiciados, como lo dije anteriormente, por un empresariado acostumbrado al subsidio, al proteccionismo y al clientelismo político.

 

El contenido social de las políticas de Pérez contemplaba ajustes salariales programados, subsidios directos a la canasta básica, becas alimentarias, hogares de cuidado diario, control del lactante y del preescolar, consolidación de áreas marginales urbanas y comunidades rurales, consolidación y modernización de las microempresas populares con acceso al sistema financiero y a la tecnología, programas de transferencias alimentarias dirigidas a niños de hasta 14 años, a madres embarazadas y a las lactantes, consolidación de ambulatorios de salud, de módulos de servicios, y los más importante, la organización y estructuración de todo un sistema de seguridad social.

 

Para colmo de males, todavía algunos seudo líderes e inescrupulosos le achacan a Pérez el Caracazo, desconociendo que dicha revuelta fue promovida por la izquierda y por el partido comunista; y para quienes todavía lo duden, pregúntense: ¿cómo es posible que un estallido similar no haya ocurrido en estos últimos años? ¿Será que los alimentos cuestan hoy menos que cuando gobernaba Pérez? ¿Sería que en aquel momento el desabastecimiento y la escasez nos afectaban mucho más que ahora? La respuesta es muy sencilla, la izquierda y el partido comunista hoy son gobierno. Por otra parte, el Caracazo fue tristemente capitalizado por quien sucedió a Pérez, lo que confirma que para algunos, la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después remedios equivocados.

 

Hoy estamos gobernados por “chapuceros”, pero también seguimos a merced de un liderazgo de oposición que pareciera incapaz de discernir entre el bien y el mal, carente de sentido común para alcanzar la unidad, la concertación y las estrategias claras para cambiar el rumbo de un país que se cae a pedazos. Lo verdaderamente agobiante es que muchos de quienes hoy dirigen la MUD, fueron los mismos artífices que condujeron al triunfo de Chávez en 1998. Estamos obligados a poner en práctica lo que Pérez hizo hace más de 25 años, es decir, alistar a los mejores para gobernar, puesto que los mejores saben perfectamente que lo social es prioritario. Cuando alcancemos la oportunidad de cambiar el modelo, estaremos obligados a adoptar los mismos fundamentos económicos y sociales de “El Gran Viraje”, lo lastimoso es que nos ha costado muy caro, más de 20 años de retraso y más de 15 años de despilfarro de la mayor bonanza petrolera de nuestra historia. Como corolario de ésta triste experiencia, el origen de la crisis no fue ni Chávez ni ahora Maduro, ellos simplemente representan las calamitosas consecuencias.

 

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