«Venezolano soy, profesión esperanza»

Por Claudia Smolansky

@clausmolansky

 

 

 

«Porfiar» según la Real Academia Española es continuar insistentemente una acción para el logro de un intento en que se halla resistencia. Esta circunstancia y modalidad es la que nos plantea Cesar Miguel Rondón y Leonardo Padrón en el «Club de los porfiados». Un club en el cual todos pertenecemos y nos sentimos identificados, y en donde el llamado «porfiado venezolano» atraviesa cualquier tipo de situaciones, despecho y traición; fracaso y tristeza; desarraigo y desesperanza, pero a pesar de las adversidades que estos escenarios implican, el porfiado las supera y se levanta, siempre con el motivo de «echar pa’ alante».

 

Bajo música, poesía y una amena conversación en un bar, Padrón y Rondón se preguntan: ¿qué es patria? y responden que todo se resume en ese rectángulo que llevamos en nuestra billetera, la cédula de identidad. Pues patria significa un sentido de pertenencia que consta de un contexto externo e interno. El olor del mar Caribe, el Ávila, el sabor de una arepa son elementos que inconscientemente formaron a cada uno de los venezolanos.

 

Esa patria, llamada Venezuela, ha perdido a más de un millón y ochocientos mil de sus habitantes ya que estos han decidido continuar su destino en el exterior. El adiós es la palabra más frecuente en la boca de los venezolanos, es una palabra que supone recoger, a lo que Padrón plantea: ¿es tan fácil reducir la vida en dos maletas, en dónde el apego sería exceso de equipaje? Nadie paga o nos devuelve el arraigo que estamos abandonando. Sin embargo, miles de venezolanos se ven en la obligación de exiliar a un rumbo impreciso, en el cuál ya no eres de dónde te fuiste pero tampoco eres de dónde vas.

 

La añoranza prevalece en el sentir venezolano, es un sentimiento que no lo modifica la tecnología, ni Whatsapp, ni Skype o Facetime; te regresarán esos abrazos de amigos y familiares, esa cena navideña con una hallaca o la vista de los cielos caraqueños. Rondón y Padrón acuden a una sola palabra en inglés: Help!, famosa canción de Los Beatles e interpretada en esta ocasión bajo la voces de Mariaca Semprún y Rolando Padilla.

 

Nadie se imaginó que aquella obra de arte que dejó Carlos Cruz Diez en el Aeropuerto de Maiquetía se convertiría en símbolo de emigración.

 

Ante los obstáculos el «porfiado» pelea y se levanta, asume su tristeza, despecho o desesperanza. Rondón y Padrón dejan un mensaje de lucha para combatir ese desaliento que predomina en días actuales. Mientras aceptemos quiénes somos y dónde estamos, y a su vez, agradeciendo el privilegio de estar vivos con nuestra cabeza, brazos, piernas y fundamentalmente con muchas Ganas. Hay esperanza, y si hay esperanza, hay Venezuela. Como dijo Padrón: somos venezolanos, profesionales de la esperanza por nuestro país.

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