Oposición racional y coherente

Por Mario Guillermo Massone 

@massone59

 

 

 

El 2015 es un año crucial para Venezuela. Estamos por resolver un dilema: O hacemos oposición coherente o nos jodemos –me perdonan, pero no hallo mejor palabra. Las concentraciones por la democracia de este sábado 30 de mayo fueron una clara señal de la oposición a la tiranía roja.

 

“…Los que quieren la violencia, seguirán aislados”, nos dijo ese mismo día Nicolás Maduro. Y tiene razón. Hablaba al espejo. Un soliloquio. Cada vez más aislado está el poder irracional violento. Pero hoy mi interés es dirigirme a la oposición venezolana.

 

La convocatoria que realizaron Leopoldo López y Daniel Ceballos, obtuvo una respuesta afirmativa. Diecisiete días antes, la convocatoria de la MUD a las elecciones primarias, de la cual Voluntad Popular es miembro, también. Si se debió convocar la actividad de este sábado desde la MUD, o si ésta habría o no aprobado la convocatoria, es pasado.

 

De lo que pude ver en las concentraciones de Caracas, la alegría de la gente de retomar la calle me impactó. Vi determinación de cambio en las miradas. Un hálito de esperanza engrandeció el ambiente. Los rostros fueron mi inspiración del momento.

 

Hoy escribo pensando en la esperanza. Escribo pensando en qué necesitamos para vencer y conquistar la libertad democrática. La determinación, la tenemos. La salud mental, es otra historia. Vivir el totalitarismo, afecta nuestras mentes. Nos polariza la inteligencia. En lenguaje de Arsitóteles, nos lleva a los extremos.

 

Las movilizaciones venezolanas del 30 de mayo, día en que escribo estas palabras, nos mostraron cosas muy positivas de la oposición, como también que tenemos un problema de coordinación en la unidad. Si analizamos el discurso público opositor, desde que apareció el video de Leopoldo convocando, hasta las postrimerías de la noche de hoy, podemos notar la polaridad en el raciocinio general de la oposición ciudadana.

 

El tema fue si la MUD se unía o no a la convocatoria. En lo privado, en conversaciones, surgió el tema de si la convocatoria debió ser más bien de la Unidad y no de uno de los partidos que la conforman. Este no es el programa de televisión Quién tiene la razón, ni entro a considerarlo. La vuelta a la razón en Venezuela, pasa por el ejercicio individual de cada uno de nosotros. La siembra de intriga entre la propia oposición no puede cosechar nada bueno. La MUD, con todas sus deficiencias, ha hecho un gran trabajo en lo electoral. Los partidos políticos también.

 

Una parte importante de la sociedad venezolana es contraria a la MUD, siguiendo de alguna manera a que algunas organizaciones dentro de la misma MUD, parecieran ser en ocasiones contrarias a ella. La MUD representa una coalición política de los partidos de oposición. Un ente con este propósito es necesario para enfrentar a la despótica. No podemos prescindir de un órgano que nos es vital, o morimos.

 

Los partidos políticos de oposición enfrentan grandes deficiencias. Una de ellas: son demasiados. Veintiocho organizaciones, son una muestra de atomización política. Lidiar con tantos miembros es una tarea titánica. Más cuando nos estamos jugando la libertad de Venezuela, pero es lo que está en juego lo que nos debe llamar a la razón.

 

A la MUD le pueden cambiar la carrocería, la marca, el color… Pero necesitamos la máquina. Hay ajustes y mejoras que hacer al motor, pero no podemos prescindir de una coalición política. Una vez finalizadas las concentraciones, observé una tendencia negativa en relación a la MUD, por no sumarse formalmente a la convocatoria de Leopoldo. Quizá Leopoldo debió convocar en Unidad y quizá la MUD se debió sumar a ella.

 

Pero la economía del tiempo y del esfuerzo, nos llama a centrarnos y concentrarnos en derrotar al poder irracional. Todo el tiempo y todo el esfuerzo, la animosidad y la fuerza, la palabra y las acciones, de que nos valemos para oponernos entre nosotros mismos, serían usados con eficiencia si fuéramos más coherentes de propósito. Eso pasa por la coherencia de los políticos quienes nos representan. ¡De todos! Pero también de nosotros.

 

No se puede construir un edificio democrático tirando piedras a los albañiles. ¡Ah!, por cierto, en una democracia, cada uno de nosotros es el albañil.

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