Voto mata encuesta

Por Gabriel Reyes

@greyesg

 

 

 

En un país donde se han realizado más de 15 elecciones nacionales los últimos 15 años, es predecible que el negocio de las empresas de opinión pública pudiera ser floreciente y generar suficientes dividendos como para que la oferta se enriquezca de manera notoria.

 

A principios de los años 70 del siglo pasado, comienzan a escrutar la opinión pública nacional con estudios  que auscultan la cultura política del venezolano. Esto indica que es una ciencia aplicada con menos de medio siglo de vida en un país con elementos de idiosincrasia que han desvirtuado el objetivo del estudio, su correcta utilización, su vigencia en el tiempo y en el espacio, y sobre todo, su autenticidad.

 

Para realizar un estudio de opinión pública deben definirse objetivos precisos y estos deben estar atados a premisas inherentes a la estrategia de cada campaña en particular, con lo que los cuestionarios «genéricos» revelan mediocridad de ambas partes de la ecuación.

 

Nadie concibe que hoy en día se gaste o inviertan ingentes cantidades de dinero en unas láminas en Power Point que nos dicen quién va arriba en la intención de voto del elector. Esto banaliza un esfuerzo intelectual complejo que tiene múltiples aristas de inferencia en el accionar del candidato en campaña.

 

Es inútil para un comando de campaña un estudio en láminas de una presentación digital. Es necesario que el equipo de asesores cuente con las tablas que les permite realizar las tablas pivotales necesarias para localizar elementos clave en los segmentos socio demográficos del circuito. Es prácticamente imposible que todas las inferencias posibles sean tabuladas y graficadas en una presentación de resultados por lo que la entrega de la data cruda constituye un elemento de credibilidad indispensable que en Venezuela muy pocas veces es compartido con los clientes.

 

La ficha técnica, herramienta infaltable del estudio debe reflejar lo que puede probar por lo que no basta que se mencionen criterios de afijación estadísticos si el diseño de la muestra no es compartido para ser validado. Esto tampoco se comparte y quedamos en un acto de fe que se fundamenta en la reputación de la empresa o en el talante de la relación entre el cliente y el candidato, o partido político.

 

Los últimos días he compartido resultados de diversos estudios en diversos circuitos donde me han pedido mi opinión y esto me ha motivado a reflexionar sobre la necesidad de advertir a quienes depositan fe ciega en estos instrumentos, que los mismos no son para proyectar resultados, no son predictivos en sí mismos, no son comparables, ni entre empresas ni en el tiempo, ya que deben guardar criterios muy similares de diseño de muestra e instrumento, y tiempo de levantamiento de la información. Esto debe derrumbar los vestigios de una cultura errada que no termina de comprender que las encuestas son una fotografía del momento, y que no poseen otra cualidad diferente al diagnóstico descriptivo y no explicativo de las percepciones de un entorno determinado en un momento determinado sobre aspectos contenidos en un cuestionario.

 

Dicho esto, sólo me resta advertir que la única encuesta en la que debemos creer es la que se cuenta el 6D, donde no hay muestra que valga y debemos ser todos los que podamos los llamados a nutrir los centros electorales y a esperar el escrutinio público para defender la voluntad de los electores.

 

En una Venezuela en crisis me entristece que se gasten miles de millones de bolívares midiendo popularidad para poder seguir levantando capital para las campañas. Son muy pocos los candidatos que hacen Inteligencia Electoral con esos estudios y muy pocas las empresas serias que enfrentan el reto con verdadero profesionalismo. A ellos, mi reconocimiento. 

 

No importa lo que diga ninguna encuesta. Si nos da ganadores no puede haber triunfalismo, si nos coloca por debajo no puede haber entrega. Eso no es para influir en la motivación del elector y no podemos permitir que sean mal utilizadas. Tanto el triunfalismo como el derrotismo nos afecta por igual. Hay que salir a votar y punto. Allá los candidatos con sus encuestas y aquellos encuestólogos poco serios con sus láminas de Power Point.

 

Amanecerá y veremos…

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Guayoyo en Letras