En serio

Por Alfredo Yánez Mondragón

@incisos

 

 

 

Cuando la diatriba nacional se centra en el precio de las entradas a los partidos de beisbol, la convocatoria de la vinotinto, lo que pueden llegar a costar el pan de jamón o las hallacas o la más reciente cirugía plástica de alguna recién llegada; quiere decir que el país marcha por buen rumbo y que toda la parafernalia en relación a la crisis económica (independientemente del orador de turno), no es más que una estrategia de mercadeo.

 

El humor del venezolano; esa característica ­casi de idiosincrasia­ se torna en burla, cada vez que aparece una “reflexión chistosa” sobre las colas, la inflación o el “todo a mil revolucionario”. El país se nos cayó; y los que estamos dentro nos reímos; y además, preferimos ver el miss Venezuela y revivir las rivalidades entre Caracas y Magallanes, como si aquí no estuviera pasando nada.

 

Voltear para los lados no resuelve ningún problema. Jugar a que “la vida sigue” y al “¿qué vamos a hacer?” nos hunde mucho más en la miseria.

 

Años, muchos años rumiando. Otros tantos marchando; infinidad de filas de para votar. Pero ni un minuto para reflexionar; para tomarse al país en serio, para definir una estrategia clara que permita plantear un país decente; un país que asuma responsabilidad y asuma sus dificultades.

 

El liderazgo político se conforma con aplicar un barniz de esperanza; sin argumento ni fundamento; un barniz que pierde brillo entre la componenda y el tufo a curul, y a cargo, y a cohabitación con el desastre.

 

El liderazgo se ve permeado por mucho de lo que critica, y aparta a quienes tienen otras propuestas, en un fenómeno de exclusión que resta, desilusiona y frustra.

 

Pero es que el liderazgo es hechura de los ciudadanos; que compramos la narrativa salvífica del mesías político; y no hemos querido asumir que en la vida, como en el cuerpo, una mano lava la otra y entre las dos lavan la cara.

 

Entre tanto; mientras el fraude al país ­no solo a una elección­, se cuece a fuego medio, la mayoría hace colas para comprar lo que haya; otros están angustiados porque no les va a alcanzar para los “estrenos” y muchos se pasan los mensajitos “de humor” de una degradante situación nacional; que sin sonrisas ni ironías, no está para chistes; sino para ponerse serios. 

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