El injusto silencio

Por Jilmir Valera

@Jilmir_Valera

 

 

 

Existe en el estudio de Derecho una clasificación básica que se aprende a principios de la carrera. Hablo de la clasificación tan generalizada de Derecho Público y Derecho Privado.

 

Entendemos por Derecho Público aquella rama del Derecho que se encarga de estudiar y regir las relaciones entre los particulares y el Estado con respecto a sus funciones administrativas. A su vez, entendemos por Derecho Privado toda relación que existe entre los particulares, ya sean personas naturales o personas jurídicas.

 

Esta simple diferenciación nos sirve hoy para enmarcar una seria situación que atraviesa nuestro país, realizando un símil de clasificaciones. Hablo de la crisis universitaria. Las universidades en el uso y ejercicio de su autonomía universitaria, respaldada así en su respectivas leyes de creación y en los artículos constitucionales y legales que respaldan la misma, han decidió no iniciar clases ante un amplio déficit presupuestario que no cubre las necesidades básicas de las casas de estudios: pago de nóminas de profesores, personal administrativo y obrero, mantenimiento de infraestructura, materiales necesarios para prácticas y demás. Pues un sinfín de necesidades básicas que el régimen una vez más ha decidido negar y aprobar lo que ellos creen justo para un presupuesto universitario.

 

Mucho ha demostrado el régimen su desconocimiento sobre temas presupuestarios. Tenemos una Asamblea Nacional que aprueba año tras año, presupuestos ineficientes para todo el país, generando una inestabilidad  inducida que los conduce a aprobar presupuestos adicionales a como le viene en gana en el transcurso del año. Ese mismo Parlamento, lleno de vicios e ineficiencias, le pide al Tribunal Supremo de Justicia, con unas consideraciones paupérrimas, un reviso a la autonomía de las Universidades que se mantienen en paro por la crisis presupuestaria. Asimismo, el órgano legislativo, pretende hacer desaparecer la autonomía de las casas de estudio solicitando una intervención, reiteramos, mal argumentada y en el mal uso de los recursos legales olvidados por el Parlamento.

 

Sobre éste tema se genera una calentura a nivel nacional a solo días del inicio oficial de la campaña electoral de las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015. Elecciones de las cuales nos mantenemos entusiastas y luchando en contra de los reiterados fraudes del régimen pero, parece no ser perfecto el accionar de nuestro lado. Mucho son los candidatos que ganaron primarias o fueron designados por el consenso de la MUD, quienes son jóvenes recientemente egresados de las casas de estudios que hoy se encuentran amedrentadas por el ente al cual ellos aspiran llegar. Son muchos de ellos los que ven como se quiebra la autonomía que tanto ellos disfrutaron y que hoy dejan en defensa de los que continúan haciendo vida allí. Y, para desgracia de éstas universidades – a las cuales les brindamos un respaldo enorme y expresamos nuestro amplio orgullo por sus autoridades y profesores- las demás casas de estudio, a nivel de políticas universitarias, están como el régimen en cuanto al tema de los narcosobrinos «Calladas». 

 

No existe una manifestación de apoyo seria por parte de los Centros de Estudiantes o Federaciones estudiantiles de las casas de estudios que se encuentran impartiendo clases. Dónde hemos dejado nuestro sentido de bien común o es que acaso, sólo nos importa nuestro bienestar y que los demás resuelvan? Al parecer los representantes estudiantiles con un alto desapego a la comunidad universitaria han decidido, al estilo socrático, cometer la injusticia de vivir callados antes de sufrirla en la lucha por la autonomía y la libertad universitarias. Es aquí el símil que hacíamos al principio: ¿acaso nos hemos quedado simplemente con ser universidades públicas y privadas? No evidenciamos que ante esto y las absurdas modificaciones que hace el régimen las universidades están siendo llevadas a un callejón sin salida y por esto hay menos universitarios becados, menos presupuesto y menos libertad y autonomía.

 

No permitamos que el régimen nos asfixie con sus torpes y manchados brazos. Debemos salir a luchar por la autonomía que le pertenece a cada casa de estudio, por el salario digno y merecido de cada uno de los profesionales que han dado tanto por mantener en pie la universidad venezolana. Por cada uno de los estudiantes que han decidido en el uso de su conciencia y el mayor grado de sentido común solidarizarse con la causa profesoral que también es suya. 

 

Por unas casas de estudios autónomas. Por la soberanía de Venezuela, de sus universidades y su gente. Por un Parlamento libre y cónsono. Simplemente, por una democracia real y un país normal: Salgamos a luchar y no dejemos de votar.

 

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