El príncipe ganador

Por Jorge Flores Riofrio

@floresriofrio

 

 

 

Al ver el panorama político nacional desde las últimas elecciones presidenciales, siento algo de indignación por la manera en la que es ejercido en el país. Yo estuve en el calor de las manifestaciones en Barquisimeto el 15 y el 16 de abril, llevé gas y los perdigones pasaron por encima de mi cabeza, vi a un pueblo dispuesto a quemar tanquetas, si eso era necesario para que se recontaran los votos, tenía tiempo que no sentía en la gente, ganas de lucha, ganas de pelear por una creencia mayor que la propia vida. Después de los resultados del 8D, me pregunto ¿qué pasó? ¿Dónde están los hombres y mujeres dispuestos a la lucha? ¿Dónde quedaron las energías de los días de abril? La respuesta que pareciera tener todas esas preguntas, parecieran encontrarse en el corazón de la MUD.

 

La unidad de la oposición tendrá que pasar por el fuego de un tiempo sin elecciones, en donde debe iniciar un cambio a su estrategia, es más, a su esencia política, ya no puede continuar centrando su fuerza en lo electoral, es hora de pasar hacia un nuevo enfoque, algo en lo cual el dirigente de Voluntad Popular, Leopoldo López, estaría de acuerdo conmigo, la lucha es de calle, de sindicato y de comunidades.

 

Los resultados de las elecciones para alcaldes y concejales mostraron que la oposición no cuenta con la admiración de un pueblo, que tristemente se deja comprar todavía con limosnas. “El dakaso” es una migaja de pan, en comparación con la gran nación que podemos hacer, sin embargo, muchísimos venezolanos prefirieron las colas, que al país grande, en donde las oportunidades de una vida mejor, no dependen de las estrategias electorales de nadie.

 

Simón Bolívar en su discurso al Congreso de Angostura dijo: “Que el sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de bienestar posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política.” Lograr eso, debe ser parte de las prioridades de la oposición, ese es el fin, sin embargo, pareciera que ambos grupos políticos estuvieran interesados en simplemente mantenerse o llegar al poder, es una lucha para dominar a un país, lucha que aunque no le agrade a muchos opositores admitir, está ganando Maduro.

 

Si Nicolás Maquiavelo analizara la situación política venezolana, creo que estuviera halagado porque muchos de sus principios se han puesto en práctica haciendo que un gobierno que inició con el pie izquierdo, en el cual muchos pronosticaron un estallido social, se mantenga y llegue al año 2014, con más popularidad que en su cuestionada victoria.

 

La política sin duda es una lucha de estrategias, en Venezuela tanto la MUD como el PSUV han basado las suyas no por el bienestar nacional, sino para lograr llegar o mantenerse en el poder respectivamente como si ambos representaran un principado, donde unas cúpulas o un hombre, son los que deben gobernar el territorio. Hasta los momentos Nicolás Maduro ha demostrado tener buenos asesores políticos, los que lo han ayudado para fortalecerse a costillas de una oposición que no muestra señales de una unión perdurable.

 

Maquiavelo en su famoso libro “El Príncipe“ hace un análisis sobre las maneras de gobernar principados, dedicado al gobernante de la ciudad de Florencia, Lorenzo de Medici, allí plantea una serie de acciones para que un príncipe mantenga su poder en un territorio. Cada una de sus observaciones no buscan el bienestar de las personas ni el desarrollo de los pueblos, sino únicamente la dominación de un estado, la conservación del gobierno y la eliminación de los enemigos, sin duda enseñanzas practicas para quien solo busca el poder.

 

El gobierno nacional ha demostrado tener mayor capacidad política que la oposición, después de la reunión con alcaldes y gobernadores el chavismo se posicionó, la MUD está internamente dividida en una autocrítica, que desde mi punto de vista muestra el deseo de algunos líderes, de sobrevivir en el mundo político más que en ser parte del cambio. Me recuerdan al tipo de principado que Maquiavelo señala como el gobernado junto a otros nobles en donde el poder no es solo del príncipe, sino que debe negociar con los otros nobles y sus intereses haciendo débil su poder y fácilmente conquistable, a diferencia de uno donde no hay otro señor que el príncipe, en donde todos los funcionarios son lacayos, como el caso del PSUV que gracias al legado personalista de Hugo Chávez, tiene una sola línea, obedecer al líder supremo y hacer todo en su nombre.

 

Mientras en la oposición no se dejen los egoísmos y se unan cada uno de los líderes, a una misma visión política en beneficio para el país, con propuestas y lineamientos claros hacia el desarrollo, el chavismo permanecerá en el poder y si no, vendrá otro régimen con mentalidad de principado, lo contario a la republica democrática en la que queremos vivir, dejando a nuestro país eternamente dependiente a las ambiciones de algunos que parecieran creerse los príncipes de este pueblo.

 

Si queremos un cambio debemos ser el cambio, si queremos democracia debemos vivir como demócratas plenos, tomando en nuestras manos las riendas de la dirección de nuestro desarrollo. Si no lo hacemos seguirán usándonos a nosotros ¡el pueblo! como pasivas fichas de un juego político, en el que el presidente Maduro está ganando gracias a los intereses encontrados de una oposición con poco liderazgo.

 

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