Se hace tarde

Por Valentina Issa

@valen_issa

 

 

 

El panorama está complicado y no parece favorecer mucho a los señores que ocupan el gobierno. Y esto no es una percepción, ni un grito de esperanza, los números fresquitos, recién salidos del horno lo dicen: de acuerdo con el último estudio de Venebarómetro realizado entre el 9 y el 20 de marzo, 70% de los venezolanos (de todas las tendencias políticas) valora negativamente la situación del país. ¿Cómo no hacerlo? No se consigue nada, el dinero se esfuma de los bolsillos, la inseguridad sigue haciendo de las suyas, y ya quienes hacen colas a diario para comprar cuatro cosas, cuando hay, se están cansando. El último mes de protestas y enfrentamientos parece haber contribuido a sensibilizar en alguna medida a quienes estaban desconectados al principio, aunque los números también señalan que la mayoría no está dispuesta a salir a la calle a reclamar. Todavía.

 

Los señores del gobierno siempre han encarado sus crisis y los momentos de baja popularidad con movidas sorpresivas y populistas, altamente efectivas en el momento de su aplicación, pero finitas en cuanto sus efectos. El manejo de los tiempos y su “compra” para la consecución de ciertos fines es clave en la estrategia. En tiempos pasados, se contaba con el comodín del –casi siempre- popular comandante presidente para aplacar inconformidades, sobre todo en los sectores populares. Pero ya no hay comandante presidente, y francamente creo que los intentos por “estirar” su presencia y omnipotencia se están agotando. Todos saben que Maduro no es Chávez. De otro lado, tampoco hay nada en los anaqueles con qué hacer más Dakazos, no hay a qué bajarle los precios a la fuerza, todo se acabó en diciembre.

 

Esto no exime que el gobierno tenga algún cargamento de peroles en camino a nuestros puertos bajo la manga para satisfacer un poco el consumismo –que ellos mismos critican y atribuyen como causa de la escasez y otros males- y bajar un poquito la temperatura. Ahí crearon una autoridad nacional de DDHH que recuerda a la creación del ministerio de asuntos penitenciarios en las épocas de la crisis de El Rodeo. Parece que las violaciones a DDHH son más notorias y conocidas de lo que pensaron –a pesar de los esfuerzos de taparlo todo- y emplearon el viejo truco de crear organismos gubernamentales para aumentar la percepción de que “están haciendo algo”.

 

Esta circunstancia desfavorable, sumada a la creciente crispación (que no amainó en el carnaval, y no parece que lo hará en semana santa) los ha llevado a los extremos represivos. Ante el ruido, la violencia y la autoridad arbitraria: más detenciones, más torturas atroces, juicios sumarios de adversarios, militarizaciones, destituciones, pérdida de la chaveta. Quién diría que el legado del comandante presidente requeriría de tanta violencia y arbitrariedad para aferrarse como opción.

 

El estudio de Venebarómetro también señaló que así como la mayoría no está dispuesta a protestar en la calle, tampoco está dispuesta a salir a defender a Maduro y compañía. Se les hace tarde y las piezas del rompecabezas que teníamos hace apenas un mes y medio, han cambiado y seguirán cambiando.

 

Amanecerá y veremos.

 

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