¡La democracia nos quedó grande!

Por Jorge Flores Riofrio

@floresriofrio

 

 

 

La mayoría de las películas pos apocalípticas cumplen con una fórmula más o menos así: una persona o un grupo de personas deben sobrevivir en un mundo donde no hay ley, sobrevive el que tiene más armas, escasea la comida, no hay medicinas y son nulos los servicios públicos. Mientras buscan un lugar del cual escucharon, en donde el humano ha logrado desarrollar un sistema en medio del desastre, en donde existen las condiciones para tener algo de bienestar de vida. Los venezolanos parecemos protagonistas de historias de ese tipo, solo que el daño a lo que conocíamos no lo hicieron los zombis, ni la naturaleza, ni una bomba nuclear, sino nuestra propia corrupción.

 

Al ver el estado institucional, económico, político y social de nuestro país, dan ganas de llorar. Para ser sincero, comprendo a cada uno de los que creen que no hay esperanza en Venezuela y que la mejor salida es emigrar a donde sea. Tendría que ser en sumo iluso para pretender que para reedificar el país se necesita solo de un cambio de actitud (aunque sí se necesita). La crisis venezolana es tan profunda, que faltarían largos años de arduo trabajo, para sacar a flote un barco hundido casi desde su inauguración, empezando por culminar de una buena vez con este gobierno ineficaz, corrupto, mediocre y naciendo de nuevo como otro tipo de venezolanos.

 

¿Nacer de nuevo como otro tipo de venezolanos? La gran verdad es que como pueblo no hemos sido dignos de democracia, recuerden que nadie nos impuso a Chávez, y no digamos que nadie nos advirtió. Desde que empezó a salir por televisión, muchos analistas pronosticaban un gobierno autoritario. Tampoco les echemos la culpa a los “pobres”, no fueron los únicos que votaron por él. La mayoría en el país, se dejó llevar por un discurso populachero, hasta políticos de altura creyeron en esas palabras, abriendo las puertas a un régimen comunistoide y corrupto, que cada día desangra a la nación. ¡La democracia nos quedó grande! Les regalamos el país, no hubo golpe, no hubo pistola en el pecho, se la dejamos fácil. Solo creímos en un discurso personalista, populista y mentiroso.

 

Hoy cuando estamos en este estado pos apocalíptico, en donde no hay seguridad para nuestras vidas, ahora sí estamos preocupados por nuestra democracia y las leyes. Queremos luchar por el país haciendo “guarimbas” y manifestaciones diciéndonos a nosotros mismos que el país estaba mejor antes y que todos los problemas son culpa de los enchufados. Si es así ¿por qué gano Chávez tantas veces? Si creíamos que antes era mejor ¿Por qué nos comimos el cuento de los cuarenta años perdidos? ¿Por qué aun hay gente que idolatra al comandante muerto? Debemos ser históricamente honestos, antes Venezuela no estaba bien, nunca estuvo bien, el problema nacional no lo trajo Chávez, él fue el síntoma de una fuerte infección en nuestra esencia como pueblo, queramos o no aceptarlo. El venezolano es un moribundo que se queja de su dolor, creyendo que bajando la fiebre se va a acabar la enfermedad ¡dejemos de ser unos ilusos!

 

Yo creo que debe haber un cambio de gobierno, pero eso es solo un paso para la curación, puesto que la enfermedad no está en Miraflores, está en nosotros. Maduro es la fiebre que hay que bajar para iniciar el tratamiento nacional que si no se lleva a cabo nos terminará matando y dejándonos a niveles de vida horrendos, (como si ya la situación no fuera horrenda) como decía anteriormente, es necesario nacer de nuevo como venezolanos. Lo cual significa hacer algo como escribió el apóstol Pablo: “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta” No solo debe salir del poder el chavismo, es necesaria una nueva forma de concebirnos como ciudadanos para salir de esta crisis.

 

Para que podamos vivir en democracia las personas tienen que ser adultos y no niños políticos que esperan que papá gobierno haga todo, puesto que en democracia todos somos responsables del bienestar nacional. Yo me pregunto ¿en Venezuela hay verdaderos demócratas o súbditos que se quejan? Porque si aquí las personas se conformaran con un país con aparente bienestar pero sin un sistema democrático, dudo que sean merecedoras de gobernarse a sí mismas, es como vivir en Qatar, bienestar superficial pero sin libertad.

 

El camino que nos queda hacia adelante es arduo y necesita mucho esfuerzo. No existe ningún método establecido con el cual nuestro país salga adelante en un siglo competitivo. Si nuestro carácter nacional sigue siendo tan medieval, el hecho de que continuemos esperando el mesías político (como muchos hablan de Leopoldo López y Capriles en su momento) no nos permite alzar la mirada para afrontar un siglo con tantos desafíos. Dejemos a un lado la mentalidad de súbditos que esperan amos buenos y asumamos la responsabilidad que trae vivir en democracia.

 

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