Venezuela y la mano de la comunidad internacional

Por Mónica Duarte

@M0n1k1ta

 

 

 

Venezuela se está aislando, la falta de pasajes para viajar al exterior y la restricción para adquirir divisas son muestra de ello, pero la principal preocupación es el muro de silencio que se construye desde afuera para ignorar la falta de democracia en el país. La política exterior del gobierno se ha basado en una ideologización de las relaciones internacionales, no importan los acuerdos estratégicos que puedan beneficiarnos sino la fidelidad de los aliados que den validez aparente en el ámbito internacional a un modelo fracasado.

 

El chavismo ha pretendido ser pionero en un modelo político económico donde se empodera a las clases bajas, se reduce la pobreza, se eliminan las élites y se expande la justicia social. Discurso vacío y populista que, más allá de palabras, no se refleja en la realidad venezolana, pero que cala en los medios internacionales y orienta la opinión pública de los extranjeros a favor de este engaño. Sin embargo, esto ha cambiado en los últimos años, cada vez son menos los gobiernos y los pueblos que creen en el modelo venezolano.

 

El último  ranking global de la ONG Transparencia Internacional ubica a Venezuela en el puesto 161, siendo, de esta manera, uno de los 15 países más corruptos del mundo. Muchos informes de ONGs a nivel mundial posicionan a Venezuela como uno de los peores países para vivir, bien sea por su violencia, su contaminación ambiental, falta de libertad de expresión o el costo de la vida. Cada uno de estos estudios le demuestra al mundo que no se trata de tener una visión política diferente, la realidad que vive Venezuela es la pérdida diaria del estado de derecho y la calidad de vida.

 

Los principios de la Carta Democrática Interamericana tienen como fin la preservación de la institucionalidad democrática, pero por diversas razones no se han activado para actuar en el caso venezolano. El continente está divido entre la indignación de los ciudadanos y el interés de los gobiernos. El petróleo ha comprado más de una consciencia pero, también es cierto, que las presiones de los verdaderos defensores de la libertad han sincerado las posturas de más de una nación que ha apuntado su dedo sobre el chavismo luego de un periodo con los ojos cerrados. La diplomacia debe dejar de ser sinónimo de hipocresía.

 

Algunos países en la región parecen estar atrapados en viejos debates ideológicos sin intenciones reales de trabajar de manera práctica por el bienestar social. La debilidad institucional, al desigualdad económica y el aumento del crimen organizado son algunos de los males comunes que aquejan en América Latina y en los cuales el papel, indiferente y cómplice, del gobierno venezolano ha contribuido a agravar. Una postura internacional firme y condenatoria a estas acciones haría la diferencia no solo para el país sino para toda la región, y es allí donde debe apuntar la tarea reconstructora de la comunidad internacional.

 

La falta de valores universales como la democracia, la libertad y los Derechos Humanos impacta en toda la región. Un gobierno lleno de mafias no solo es incapaz de brindar un sistema de salud y educación eficiente para sus habitantes, sino que es inútil en la lucha contra el narcotráfico y los problemas ambientales. Un mejor gobierno con una política exterior de verdadera cooperación e intercambio no solo beneficiaría a Venezuela, sería un avance para toda América Latina.

 

La agenda de política internacional de la oposición venezolana ha incluido visitas a organismos internacionales y altos cargos de gobiernos extranjeros, esto ha rendido sus frutos. A finales del año pasado el gobierno federal de Estado Unidos aprobó sanciones contra funcionarios venezolanos considerados responsables de violaciones de derechos humanos en Venezuela.

 

Se ha despertado un interés por parte de los medios internacionales por nosotros, ante la constante batalla por la atención internacional que se tiene en el mundo Venezuela ha sabido posicionar sus problemas como una prioridad en la defensa democrática. No se trata solo de la violación de Derechos Humanos en las protestas, o de la poca calidad de vida por la escasez, se trata de la inexistente separación de los poderes, la falta de derechos civiles, el no reconocimiento a las minorías, y muchos otros aspectos que fundamentan la democracia plena.

 

Intelectuales como Mario Vargas Llosa, ex presidentes como Andrés Pastrana y hasta el Papa se han pronunciado preocupados por la crisis que se vive hoy en el país. Esto es una victoria en sí misma, no por el prestigio que puedan tener sino por el apoyo y la visibilidad que se le da a la causa.

 

La transición venezolana debe contar con un pleno apoyo desde el exterior, un apoyo que se traduzca en inversión y alianzas estratégicas a futuro, para ello la bandera a usarse es la institucionalidad y los mecanismos ciudadanos constitucionales. Aunque los medios más innovadores como las Redes Sociales han incrementado su importancia como espacio de debate político, para Venezuela se han convertido en canales globales de comunicación ciudadana donde el intercambio de información e ideas.

 

La regaladera de petróleo no es una forma de sostenernos económicamente ni de comprar los votos en organismos internacionales, nuestras relaciones exteriores deben ir más allá: conectar a los ciudadanos, defender las democracias mundiales, cooperar económicamente con otros pueblos y seguir ejemplos históricos de otras reconstrucciones nacionales. Venezuela se merece ser vista por el mundo, ser oída, y ser rescatada con una mano que otrora se le tendió a muchos pueblos en crisis.

(Visited 52 times, 1 visits today)

Guayoyo en Letras