Lamentable confusión entre elecciones, democracia y Constitución

Por Werner Corrales Leal

@wernercorrales

 

 

 

Algunos venezolanos, incluso políticos de oficio, confunden democracia con elecciones y elecciones con Constitución. Por ejemplo, quienes dicen que “la transición tiene que darse en democracia” no entienden que ese es un proceso para pasar del régimen actual a un régimen democrático, para ir de lo que vivimos hoy a lo que deseamos pero no tenemos. Al pensar dentro de esa confusión, caen en un juego malévolo que anula la eficacia de las acciones que proponen al afirmar: «Solamente podemos salir de este gobierno por elecciones, que son el instrumento por antonomasia de la democracia», o al sentenciar: «Transición es una palabra que no aparece en la Constitución, luego no podemos apoyar que haya una en Venezuela».

 

Seguir entendiendo así la política y seguir contribuyendo a una falsa cultura de «preservación de la democracia», lleva a grupos ilustrados de la oposición, e incluso a algunos dirigentes de la misma, a descartar instrumentos perfectamente constitucionales. Y al hacer eso juegan del lado del gobierno, que cada día limita más las posibilidades de recuperación de lo que hemos perdido, o simplemente se inhiben de ejercer presión o protestar -derecho político fundamental de todos- por temor a ser señalados como «golpistas».

 

Creo que muchos opositores que así actúan lo hacen de buena fe, porque lamentablemente su conciencia política se apoya en el falso supuesto de que vivimos una democracia. No creo que la mayoría de ellos tenga un «plan para cohabitar» con este régimen, pero actuar sobre la base de ese falso supuesto y descalificar las acciones de quienes plantean transitar a una democracia, solo nos ofrece la opción de cohabitar con la dictadura y esperar la extinción del último resquicio de libertad; además de negar la obligación que nos impone la propia Constitución, reponer su vigencia cuando ésta sea suspendida por vías ilegítimas como es nuestro caso.

 

La respuesta práctica, legítima y legal para salir de esta tragedia que cada día nos limita más, y que a la larga podría anular todas nuestras capacidades para transitar a una democracia, es combinar en una misma estrategia opositora varios caminos constitucionales que nos lleven a ese objetivo. No es válido sustituir los fines, que son salir de la crisis y reconstruir el futuro, colocándose detrás de un juicio supuestamente práctico según el cual las elecciones -un instrumento- «son la vía más segura y vienen pronto, y por lo tanto deben ser intentadas ellas solas antes que cualquier otra vía». Son perfectamente compatibles la preparación para las elecciones y simultáneamente ejercer presión por la renuncia del gobierno, y no hay que esperar a que la vía comicial se agote o se encuentre más comprometida de lo que ya está para preparar y poner en marcha un complemento.

 

No, amigos opositores que se empeñan en solo explorar la elección. No hay que esperar meses para iniciar una vía complementaria, ni esperar meses a estar muriendo de hambre para empezar a sembrar el maíz que nos puede salvar de ella.

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