Cuando me fui de Cuba

Por Tulio Álvarez

@tulioalvarez

tulioalvarez17@gmail.com

 

 

 

Me siento un extraterrestre. No tanto por lo desubicado en el espacio sino por cierto desatino en el tiempo. Por alguna extraña razón, siento una profunda desconfianza por todo lo que pasa a mí alrededor. El sentimiento es tan complejo que cuando creía comprender el panorama, me percato sobre la madeja de incógnitas que me rodea. Ejemplifico.

 

Conformé el grupo académico que elaboró aquel primer informe sobre el fraude electoral que terminó siendo ignorado porque, según “Los de Siempre”, hablar de ese tema incitaba a la abstención. Promoví las primarias como mecanismo de selección de candidaturas. Entonces, “Los de Siempre”, idearon estratagemas para no perder el control en la selección y poder proclamar al Mesías del momento. Expliqué la relevancia de una tarjeta única que preservara la unidad democrática pero, “Los de Siempre”, sintieron que era más relevante la marca registrada en el mercado negocial que llaman CNE. Pero resulta que años después el fraude electoral es más que evidente, lo denuncian en todas partes, la unidad es el paradigma y la tarjeta única y unificadora el Santo Grial.

 

Solamente por cambios tan enigmáticos podría surgir esta reflexión. Eso podría implicar que no estaba equivocado antes o, lo que sería trágico y aun peor, ahora los equivocados son ellos. Estos son unos pocos ejemplos en lo nacional, sin agregar todos los comentarios y opiniones que impunemente doy en clase y que han contribuido a que los que hayan estudiado derecho constitucional conmigo estén más claros o… quizás, más confundidos. Sin embargo, quiero afirmar que en materia de política internacional mi ignorancia es todavía más sublime.

 

Si atacamos el tema más reciente, existe cierto consenso en que será positivo el entendimiento entre Cuba y EE. UU. Por lo menos es el show mediático que se pretende montar. Pero este obtuso amigo de ustedes que está muy lejos de ser Canciller, o siquiera tercer secretario de la Embajada de Venezuela en el país que gobierna Robert Mugabe (ven, ni siquiera sé el nombre de ese territorio perdido en que la barbarie autoritaria reina), está firmemente convencido de que ya Obama tuvo su Bahía de Cochinos pero, a diferencia de Kennedy, todavía no se ha enterado del número de muertos.

 

La causa de tal aseveración, me refiero a mi ignorancia, son los propios argumentos críticos que utilizo. Mi discurso contra el entente castrofilo que acaba de ser protagonizado en Cuba se constituye en prueba todavía más contundente para demostrar mi propia estupidez. Porque si yo tuviera razón en el comentario, entonces, Obama, el hombre más poderoso del planeta, se equivoca conjuntamente con sus asesores. ¿O será que es adrede? Si fuera así, ¿cuál es su intención? ¿Perseguirá una derrota de mi admirada Hillary frente a los republicanos que ya se levantan como perros rabiosos? No creo que él quiera que los Clinton se hundan en el olvido aunque esta jugada puede ser la causa de la derrota electoral del año próximo.

 

Porque no es nada banal lo que hizo Kerry como Secretario de Estado. Tanto como afirmar que mientras izaban la bandera de EE. UU. en Cuba cientos de presos políticos eran sometidos a la ignominia, millares de familias seguirán sufriendo un trato como gusanos, en la más literaria expresión lingüística; y que la Isla de los Castro, Los de Siempre de allá, seguirá siendo el puente de la indignidad y el autoritarismo para otros pueblos de América Latina. En pocas palabras, las fuerzas del mal volvieron a triunfar.

 

No pude dejar de conmoverme al ver por TV5 France a una representante de Mujeres de Blanco decir con la propiedad que da la razón: «El silencio de los gobiernos extranjeros sobre lo que pasa en Cuba es la mayor complicidad«. En ese momento, hubiera querido transportarme dónde ella estaba, abrazarla, para decirle: “Nosotros te entendemos, sabemos por lo que estás pasando pero tienes que calmarte porque allá salen del infierno mientras aquí estamos entrando”. Y esto es así porque a pesar del bombardeo al que somos sometidos puedo afirmar que la situación que vive Venezuela, país depredado al borde de una crisis humanitaria por desabastecimiento de alimentos y medicinas, escenario de una guerra social no declarada, no se resuelve con un simple evento electoral. Puede ser un paso para resolverla pero jamás será una solución en sí misma. Pero ustedes saben que yo soy extraterrestre y estoy fuera de tiempo. Así que no se preocupen.

 

A quién le conviene más este descongelamiento. En Cuba no van a dejar de seguir violentando los más elementales derechos. Al contrario, con ese velo protector que da la apertura, se le da un respiro al régimen castrista y la radicalización se sufrirá sin interés foráneo o cobertura ya que si Obama cree que está bien hecho, debe serlo así. Lo que seguro sí cambiara es que desde hoy el turismo jinetero incluirá a los norteamericanos como clientes dilectos.

 

Para terminar no quiero dejar de advertir que, siguiendo su guion tradicional, el mismo día del reencuentro cubano-americano, la OEA aplaudía la liberación de presos políticos en Venezuela. Esos burócratas internacionales que fueron nulos, pasivos, vendidos al mejor postor, reflejo perfecto de una basura como Inzulsa, ellos que no hicieron nada por la libertad de los venezolanos, deberían aplaudir a los que siguen presos por su ejemplo como luchadores y dejar el teatro legitimador al que nos tienen acostumbrados. Lo que deberían saber es que se tienen que preparar para eventos inesperados en Venezuela porque el destino está más cerca que la elección de diciembre. Pero es mi opinión y ya quedamos en que no soy muy acertado.

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