Si no saben lavar…

Por Alfredo Yánez Mondragón

@incisos

 

 

 

Ya no se trata de que no saben lavar y se niegan a prestar la batea. El drama consiste en que están empeñados en ensuciar hasta más no poder; con la consecuente ruina de todos los venezolanos.

 

Cuando se escribe ruina, la referencia es en todos los órdenes, porque esa quiebra no solo está demostrada en la pobreza de dinero, sino en la de espíritu; que es la que hace posible tanta sinrazón, de parte de los referentes políticos y de quienes alguna vez estuvieron investidos de poder.

 

Cada día el venezolano emprende el desafío de sobrevivir, y en ese intento, deja de la lado principios y convicciones, porque el baremo de la necesidad está muy bajo.

 

La crisis abona el terreno para un desenlace. Una vez habrá que decir que todos saben que lo que vivimos no es normal y no esa anormalidad nada tiene que ver con guerras económicas ni con importación de males ajenos. Cada vez está mejor definida cuál es la causa de esta debacle; y las consecuencias -contadas a través de la historia- no podrán ser distintas a las que el mundo ha conocido a lo largo de los años.

 

La sociedad venezolana se ha acostumbrado a vivir negando la realidad. Los gobernantes se han acostumbrado a mentir respecto a lo que ocurre, y quienes quieren llegar a gobernar tienen la costumbre de ofrecer lo que no pueden cumplir, con la ilusión de convencer basados en una esperanza mal entendida.

 

El círculo vicioso se agota. La reallidad acaba imponiéndose, los gobernantes .como el más reciente caso en Grecia- terminan por dimitir o colapsar, y de tanto cálculo milimétrico, los que aspiran al poder -desde la oscuridad de la cohabitación- son marginados por otros actores.

 

Ruina y realidad. Las dos R de un país secuestrado por el chantaje, inmerso en una dinámica hecha vorágine que desembocará en un delta de proporciones incalculables; sin ningún referente válido; pues todos están perdidos en una línea de tiempo que describe el deber ser; pero que no se ajusta a lo que es.

 

Al final, con todo sucio. habrá que lavar; y nos toca a todos; solo esperemos que, para colmo de males, no se suba la gata a la batea.

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